DEL ZÓCALO A LOS PINOS: “A la mano tendida la prueba de la parafina”.

Raúl CASTELLANOS

“A LA MANO TENDIDA LA PRUEBA DE LA PARAFINA”; fue la respuesta de los estudiantes a la “propuesta” de Gustavo Díaz Ordaz, lanzada desde Guadalajara al tiempo que la policía y los granaderos se daban gusto reprimiendo estudiantes; mi primer recuerdo que tengo de él –de Díaz Ordaz- data de 1964, mi tío Gonzalo había llegado a Oaxaca invitado por el candidato en campaña y me dijo “sobrino acompáñame”, así llegamos al parque de beisbol “Eduardo Vasconcelos”, después de las identificaciones de rigor –que no eran tan rigoristas- nos colocamos en las gradas, la zona “vip” la de la “clase política” y los “invitados especiales”, ritual que no ha cambiado nada, bueno, obvio, de nombres e intereses; frente a nosotros lucía espléndido el “terreno de juego”, colmado hasta la barda de enfrente, ambiente de fiesta, mantas, muchas mantas, cuetes, incluso machetes y armas que portaban los charros que lucían sus mejores galas, nada que temer eran las “fuerzas vivas” de la Revolución apoyando al hombre escogido por los sectores del partido; Díaz Ordaz llegó luciendo su “mejor sonrisa”, al centro un atril, se colocó, alzo los brazos y fue ovacionado largamente, luego vinieron los discursos, el más aplaudido como debe de ser, el del candidato –faltaba más-; al terminar, al retirarse comenzó a saludar de mano a quienes ya formaban una valla hacia las escaleras, al llegar a mi tío no solo le dio un apretón de manos, también un abrazo, que si la bruma no me falla, lo sentí “leal y sincero” y le dijo “qué bueno que veniste Gonzalito, búscame”; y es que mi tío, según contaban los mayores fue su compañero de banca y de correrías al igual que Gilberto Suarez Torres, Raúl Bolaños Cacho Guendulain, Enrique Sandoval, juntos acostumbraban jalarse las clase para ir a nadar a las “pozas arcas”, por lo que entiendo nunca lo buscó y siguió siendo su amigo hasta su muerte, hoy mi tío está por cumplir 101 años; mi siguiente encuentro fue en 1967 cuando acudió a la Universidad Benito Juárez el 21 de marzo, yo formaba parte de la FEO –Federación Estudiantil Oaxaqueña-, ese día fueron oradores Jaime Ruiz Canseco, Presidente de la FEO y Jorge Winkler del “Frente Estudiantil Benito Juárez” a quienes días después les hizo llegar un reloj de oro en reconocimiento a sus “discursos”, al retirarse hubo un momento de tensión cuando “El Furias” un abogado también de la palomilla le dijo “como estas patotas” – su apodo de puberto-, Díaz Ordaz enrojeció, por un momento parecía que lo golpearía; hasta aquí lo anecdótico, luego vino la necia realidad, la represión y muerte de miles de estudiantes, apareció el Díaz Ordaz real, al que dibuja espléndidamente Fabrizio Mejía Madrid en su obra “Díaz Ordaz Disparos en la Obscuridad” y de quien compartimos algunas líneas de su crónica del 2 octubre de 1968, “para las dos de la tarde se han desplegado en la zona el 44 Batallón de Infantería con el infaltable general José Hernández Toledo a la cabeza, la segunda brigada de infantería, el Batallón Olimpia, creado el 21 de febrero de ese año por el Estado Mayor Presidencial, el 53 de infantería, a cargo de Crisóforo Mazón Pineda y agentes de la policía política de Gutiérrez Barrios, entre ellos Arturo Durazo, al final más de diez mil elementos, casi uno por manifestante, habrán además doce francotiradores desde el piso noveno de Relaciones Exteriores, acompañados de una cámara de cine, otros más en el techo de la iglesia de Santiago Tlatelolco y la azotea del edificio Chihuahua, el piso 21 de Relaciones Exteriores será tomado por la policía de la ciudad, por Raúl Mendiolea, quien tiene la encomienda de coordinar a los francotiradores y luego de ir de hospital en hospital por los heridos y llevárselos, la cárcel preventiva, la prisión de Santa Marta Acatitla y el Campo Militar Numero Uno, son puestos en alerta para que hagan vigilia ¡es la guerra!; el mitin ha empezado a las cinco y media de la tarde, habla un orador, a las seis y diez del 2 de octubre de 1968 llegan los camiones de paracaidistas con Hernández Toledo a la cabeza, un helicóptero sobrevuela la plaza con diez mil estudiantes, obreros, mujeres y niños, son diez mil soldados con la orden del Secretario de la Defensa Nacional ‘en caso de recibir fuego por parte francotiradores, se responderá con tiradores selectos tratando de localizar a los tiradores emboscados’, se esperan francotiradores, un enemigo armado, lo que se ve, estudiantes con mochilas y libros, señoras con bolsas del mandado, niños con balones de futbol, perros jadeando de sed, desde el edificio de Relaciones salen dos bengalas, verde y roja, los francotiradores hacen fuego contra la multitud y uno de ellos le da en la nalga izquierda al General Toledo quien cae sobre su tanqueta, los soldados responden el fuego, civiles armados matan a quemarropa a los asistentes, el Batallón Olimpia que tiene un pañuelo blanco en la mano izquierda como identificación, se desplaza piso por piso arrestando a los dirigentes del CNH, hay setecientos heridos y un numero nunca aclarado de muertos y desaparecidos, hay mil quinientos detenidos esa noche solo en Tlatelolco, a los lideres los desnudan, muchos tienen las bocas y las narices rotas, no hay luz en toda la zona de guerra, son alumbrados con linternas, por fotógrafos de las policías, por los faros de los tanques, empieza a llover, lo único que queda en la plaza son miles de Zapatos”; cosas del destino, a veces me pregunto qué hubiera pasado si sus amigos no hubieran rescatado a “el patotas” cuando se andaba ahogando en las “pozas Arcas”; es viernes “hoy toca” –Dehesa dixit-, ¿alguien puede asegurar que esto ya está decidido?… RAÚL CASTELLANOS HERNÁNDEZ / RCMULTIMEDIOS.MX http://rcmultimedios.mx/politica/47967/del-zcalo-a-los-pinos#.Vg3jnwcVK48.mailto

 

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