DEL ZÓCALO A LOS PINOS: Marcelino Perrello

Raúl CASTELLANOS

El pasado 6 de agosto escribí un tuit “Marcelino Perello es parte de mi historia. La del 68 cuando inicio la lucha inacabada x la democracia en nuestro país. Sin dispensar errores tenemos que ser tolerantes”; recién me había enterado de su muerte; como si se tratará de una película en cámara lenta vinieron a mi memoria los días del movimiento estudiantil del 68, las noticias que llegaban casi clandestinamente sobre la represión a estudiantes, el “basukazo” a la puerta de la preparatoria de San Ildefonso; la primera manifestación en Oaxaca que encabezó el Rector Márquez Uribe y el Consejo Universitario; luego, la formación del Consejo de Huelga, la declaratoria y toma del Edificio Central, la expropiación del mimiografo de Sadot –el jefe de intendencia- para imprimir manifiestos, los mítines, las pintas en las madrugadas, las brigadas relámpago; las largas discusiones en el Paraninfo, las veladas cantando en el patio central; la intervención del Ejército, el secuestro de Moisés González Pacheco.

En ese contexto, EL Consejo Nacional de Huelga, integrado por representantes estudiantiles de la UNAM y el Politécnico, fundamentalmente, marcaba la línea del movimiento; ahí surgió el Pliego Petitorio y se decidía sobre el día a día; memorables son la manifestación con el Rector Barrios Sierra al frente que fue detenida por el Ejército a la altura de Félix Cuevas y la del Silencio; luego vinieron la toma de CU y del Poli, hasta llegar al 2 de octubre en Tlatelolco; vistos desde la provincia, como si se tratará de personajes de leyenda, circulaban los nombres de los principales dirigentes; Heberto Castillo, Elí de Gortari, Pepe Revueltas, Marcue Pardiñas; de los estudiantes, Raúl Álvarez Garín, Eduardo Valle “El Buho”, Luis González de Alba, Luis Tomas Cervantes Cabeza de Vaca, Marcelino Perello, todos ya fallecidos; de ellos, me precio de haber mantenido una relación cercana, fraterna, de gran admiración e identidad con el Ingeniero Heberto Castillo; con Marcue y Álvarez Garín compartir espacios en la LVI Legislatura Federal y el PRD.

En aquella vorágine de noticias formales y las más informales, destacaba la presencia de uno de los lideres, que se comentaba, se movía en silla de ruedas acompañado de una joven bella de gran personalidad; era Marcelino Perello, de quien, luego de la represión poco se supo de él; con el paso de los años reapareció en México a mediados de los ochenta; Carlos Puig, en su columna Duda Razonable lo ubica y describe así “En 1985 regresó a México como profesor, primero a Sinaloa, después a Puebla y luego a la UNAM donde fue profesor, secretario de la facultad, secretario del Chopo, inventor de cualquier cantidad de cineclubes su verdadera pasión y los últimos 15 años conductor de radio, en un programa, que con precisión se llamaba ‘Sentido Contrario’. Pero fue siempre, sobre todo un radical, un agitador, un provocador. En el funeral me dijo algo Joel Ortega, tal vez el mejor de sus amigos, que creo acertado: Sobre todo, Marcelí era un gran irresponsable. El mejor de todos”.

Por mi parte, siempre con ganas de corroborar las versiones y con una buena dosis de interrogante admiración; allá por el 2005 lo invite a conversar para “Sin Censura” el programa que hacíamos para la Televisión de los Oaxaqueños; nos encontramos hacia las once de la noche en el restaurant “Sep’s” de Insurgentes, fue una charla intensa e inolvidable que concluyo en la madrugada, aunque la grabación fue de una hora; por supuesto verso sobre el movimiento estudiantil del 68 y su participación, larga sería la transcripción, la reservamos para el segundo tomo de “Sin Censura – Cien Personajes”; solo retomo dos momentos, coincidiendo con su irreverencia ubicó a la década de los sesentas, argumentando su condición de matemático, como el tiempo transcurrido entre el 1 de enero de 1959 con la entrada de Fidel, el Che, Camilo a la Habana y el 11 de septiembre de 1973 día del golpe de Estado a Salvador Allende; hasta ese tiempo el mundo era ocre, incoloro, con los sesentas llego la imaginación a luchar por el poder, la música se revoluciono, surgieron los Beatles, los Rolling’s, aparecieron los hippies y el amor libre, se dio la insurgencia estudiantil en todo el mundo, se vivió con alegría, me dijo.

Sobre aquella joven bella que lo acompañaba en los sesentas, que con el tiempo supimos se llamaba Rosa Luz Alegría, les comparto su versión en respuesta a mi pregunta sobre el tema “Ya sé por dónde vas, sí tenía una novia muy bonita, en general prefiero las novias bonitas, que no solo era bonita, era una mujer, es una mujer muy brillante, con una enorme proyección, muy intensa, la veo aún de vez en cuando y tenemos una buena relación; una relación cariñosa y nos acordamos de esos años. Esa fue una historia que hizo algún alboroto entre los compañeros porque mi relación con Rosa Luz siempre fue un poco conflictiva debido a mi activismo político. A menudo en las noches le tenía que decir, pues me voy, no podemos salir porque tengo reunión de la célula o del comité universitario y se encabronaba durísimo y alguna vez me planteó ‘las cosas de la grilla o yo’; nunca me la creí del todo, hasta que durante 68 ella había comenzado a frecuentar al hijo de Luis Echeverría, a uno de ellos, Luis Vicente”.

“Y me platicaba que se encontró con Luis Vicente, en fin, yo si empecé a mirar un poco de reojo, ¡que pedo con el Luis Vicente famoso, no!, hasta que un buen día cuando me volvió a plantear esa historia de que o la grilla o yo, yo le dije, pues, ahí te ves. Y le hablé al cabo de dos días y me dijo, no, pues hoy no puedo, ¡ah chingaos! Colgué, al día siguiente la volví a llamar, tampoco puedo, al tercer día ya le pregunté qué está pasando, cualquier cuestión por compleja se puede explicar en una frase le dije, me contestó: soy novia de Luis Vicente, yo quede helado, solo acerté a decirle, ya ves no era tan difícil, colgué y sentí que el mundo se desvanecía, llevábamos cuatro años de novios. Supe que muy pocos días después de que tronamos se caso con Luis Vicente Echeverría, se casó y se fueron a vivir a Francia y no la volví a ver sino veinte años después…es la primera vez que lo cuento”…

Mario Benedetti en “Vivir Adrede” escribió “en primera instancia somos un desatino y en última instancia un disparate. No sé quien se habrá ocupado de crearnos, tan indefensos, tan soberbios, tan inauditos. Sin embargo sin embargo y con embargo somos un misterio que está siempre al borde del abismo. Buscamos el cielo cuando la lluvia lo desaparece y abrimos los brazos cuando las catástrofes nos cercan. Aquí y allá enfrentamos paradojas, inventamos palabras de locura, paréntesis de ansiedad, Y así andamos descalzos por las piedras, sin que el alrededor nos haga mella. Y mientras tanto el mundo mudo nos contempla y el corazón nos sigue”.

Marcelino Perello forma parte de mi historia, de la historia del 68; fue transgresor, irreverente, irresponsable, soñador, matemático, agitador, eso y más, pero vivió y murió al modo suyo. Me quedo con el líder que nos inspiraba en los sesentas; diría Carlos Puig en la Duda Razonable que le dedico “Otros se han encargado de regodearse con los últimos meses de su vida, lo han hecho con saña. Yo no. No me da el corazón para eso”. Lo suscribo.
¡Es viernes hoy toca! Diría Germán Dehesa.

¿Alguien puede asegurar que esto ya está decidido?.

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