Rosy RAMALES
Bien por la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) por confirmar la inelegibilidad de personas juzgadoras que no cumplieron con el promedio mínimo general de 8.0 en la licenciatura, tal como lo aprobó el Instituto Nacional Electoral (INE). Fueron tres casos.
Porque efectivamente, ese promedio es un requisito esencial de elegibilidad exigido por la Constitución Política. Por tanto, no puede haber regateo en la calificación.
Pero muy mal por consentir que una docena de candidaturas se conviertan en personas juzgadoras sin haber cumplido el requisito de 9.0 en las materias de la especialidad afines al cargo al que compitieron.
Porque si bien, el INE pudo haberse excedido en confeccionar una metodología para valorar el cumplimiento de ese promedio, la Sala Superior pudo, en plenitud de jurisdicción, hacer lo que no hizo el Instituto: Valorar conforme la metodología diseñada por los Comités de Evaluación.
Si es que hay metodología. Porque uno de los argumentos en los debates en el INE fue la falta de ésta, lo cual representó una de las razones de la tardanza de las consejerías de alrededor de ocho días para concluir con la asignación de cargos.
Ya saben, aplanadora en la Sala Superior. Janine Otálora Malassis y Reyes Rodríguez Mondragón contra el bloque de Mónica Soto Fregoso, Felipe de la Mata Pizaña y Felipe Fuentes Barrera. La aplanadora seguramente crecerá cuando se incorporen las dos magistraturas electas en la reciente elección judicial.
El planteamiento de Janine fue sensato: Ordenar al INE volver a revisar los casos de incumplimiento del promedio de 9.0 a la luz de la metodología emitida por los Comités de Evaluación de los tres Poderes. Y además sostuvo que se trata de un requisito de elegibilidad, no de idoneidad.
Sin embargo, no prosperó. La mayoría de tres, dispuso revocar el acuerdo del Instituto sobre la inelegibilidad de quienes no cumplieron el promedio en las materias afines a la especialidad por la que compitieron.
Todo es consecuencia de una reforma judicial con inmensas lagunas. Pero también a la falta de cuidado de los Comités de Evaluación, que en principio debieron revisar el cumplimiento cabal de los requisitos tanto de elegibilidad como de idoneidad.
Es hasta mal ejemplo para los estudiantes de la Licenciatura en Derecho para aprobar las materias con cualquier promedio. Total, con una palanca en la 4-T se pueden convertir en personas juzgadoras por encima de los parámetros constitucionales. Esa impresión da.
Así como viene resolviendo la Sala Superior, no tengan duda que dará revés a las sanciones impuestas por el INE a personas juzgadoras por haberse beneficiado de los acordeones, aunque en este caso mismas consejerías reconocieron no haber certeza sobre quiénes mandaron a imprimir ese tipo de propaganda. En fin.
LAS EXCUSAS DE ANDY
Ninguna excusa a Andy López Beltrán justifica sus vacaciones de lujo en Japón. Harto se ha dicho, de que tiene derecho a días de asueto, lo tiene. Sin embargo, siendo parte de la dirigencia nacional del partido político cuyo principio es la austeridad, debe predicar con el ejemplo, como aconseja Luisa María Alcalde, presidenta de Morena.
Aún cuando haya cubierto los gastos del viaje con recursos propios. Máxime siendo el hijo del promotor de la austeridad republicana y del principio de “primeros los pobres”, Andrés Manuel López Obrador.
“Mandaron (la oposición) a sus espías a fotografiarme y acosarme para así emprender una campaña impregnada de odio, clasismo y calumnias”, dijo Andy. Imagínense.
Parece que ‘no le cae el veinte’ de que es dirigente del partido en el gobierno. Y por lo tanto, está en el radar ciudadano y escrutinio público.
LA NARRATIVA
Según Luisa María Alcalde “hay una campaña sistemática como intentando instalar una narrativa, y la narrativa es, todos son iguales”.
El problema es que los mismos morenistas se colocan justo en medio del tiro al blanco. El cumplimiento de sus principios sin viajes de lujo al extranjero, ninguna campaña desataría. Es como ella dice, deben predicar con el ejemplo.
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