CRÓNICA EXPRÉS: La circunstancia de Sara Jara….

Rosy RAMALES

Qué terrible no poder ser, estar, crecer profesionalmente, debido al peso de un apellido. 

Esa parece la circunstancia de Sara Mariana Jara Carrasco. 

Una mujer preparada, talentosa, profesional, con profunda vocación en materia electoral desde cuando cursaba la Licenciatura en Derecho, con experiencia en el desempeño de diversos cargos obtenidos por su propio esfuerzo mucho antes del actual sexenio. 

Ha sido capacitadora y directora de área en el organismo estatal de transparencia, secretaria de estudio y cuenta en el Tribunal Electoral del Estado de Oaxaca (TEEO), consejera electoral distrital en diversas ocasiones; con el respaldo de contar con maestrías en Derecho Electoral y Derechos Humanos, Democracia y Justicia Constitucional, además de diplomados, talleres, cursos.

Cargos que desempeñó sin cuestionamiento alguno hasta antes de diciembre del 2022, en que Salomón Jara Cruz asumió la gubernatura de Oaxaca. 

Porque a partir de entonces, Sara Mariana apenas asoma la cabeza en algún cargo y lo atribuyen a la influencia del mandatario estatal o simplemente al peso del apellido del tío, dejando de lado sus conocimientos, su experiencia, su capacidad profesional. 

Que si trabaja en el gobierno municipal de Oaxaca de Juárez, la puso el tío gobernador o el tío secretario. Que si estuvo nuevamente en el órgano de transparencia estatal, fue por influencia del tío. Que si aspira a trabajar en el TEEO, la impulsa el tío. 

Ejercen en su contra una violencia de género despiadada. Y todo por atacar a Salomón Jara Cruz, en una carambola de dos bandas.

En el 2024 Sara Mariana concursó para consejera del Consejo General del Instituto Estatal Electoral (IEEPCO), aprobó todos los exámenes del proceso de selección convocado por el INE y cumplió con todos los requisitos, incluida la experiencia en la materia, pero no quedó. Porque pesó el apellido.

¡Cómo la sobrina del gobernador iba a quedar como consejera electoral!  Pero el tío no hizo por ella los exámenes, que son aplicados por la UNAM, por el Ceneval y otras instituciones educativas; Sara Mariana los aprobó por mérito propio.  Y sin embargo, tuvo que apechugar su exclusión. 

Sara Mariana no es el caso de la persona que llega al cargo impuesta por algún familiar poderoso. En ella cuenta su capacidad profesional, sus conocimientos, su experiencia. 

Sara Mariana es un buen perfil para cualquier cargo electoral. Sin embargo, las puertas se le cierran, no por impedimentos legales, sino por exigencias morales, éticas, sociales. 

Ni siquiera es militante de Morena.

Todo su pecado es ser sobrina del gobernador sin ella proponérselo, sin ella pedirlo. 

Ya lo dijo en su aclaración en Facebook: “Sí, es cierto que me apellido JARA, pero soy una mujer independiente, con criterio propio, con estudios y que me he superado por mí (misma).”

Tanto embate en su contra la pueden orillar a olvidarse de su vida profesional pública en Oaxaca para dedicarse a la iniciativa privada, a irse a otra entidad federativa (y aún así la perseguirá el apellido), o a dar la pelea en los tribunales para hacer valer sus derechos político electorales.

Es verdaderamente lamentable que una mujer preparada como Sara Mariana, con carrera propia, no pueda aspirar a crecer profesionalmente en su tierra, y que todavía ejerzan en su contra violencia política debido al peso de un apellido.

Sé de su vocación en materia electoral porque la conocí cuando ella cursaba la Licenciatura en Derecho. Era una estudiante aplicada, que desde entonces hacía pininos en temas electorales, siempre de manera profesional y técnica.

No es improvisada, tiene experiencia y conocimientos. No es producto del nepotismo, es producto de su esfuerzo como profesionista.

Pero como se apellida Jara, le niegan el beneficio de la duda.

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