Moisés MOLINA*
No es solo que buena parte de la judicatura del país está transitando esa famosa curva de aprendizaje, sino que hoy esa curva está en el ojo público.
Sucede así porque las enconadas posiciones respecto a la elección popular de jueces, han hecho que la atención mediática tenga hoy en la dinámica de juzgados y tribunales su diana favorita.
Cada vez más “cazadores” estarán cazando audiencias (si no es que se le ocurre al legislador volverlas otra vez privadas) con la clara intención de exhibir cualquier error de jueces y magistrados pero, sobre todo, sus consecuencias para las partes en el litigio.
Y después vendrá la caza de sentencias en aquellas praderas de la jurisdicción que todavía son escritas.
Y es que el error judicial, que siempre ha existido, pareciera estar hoy más presente y las pruebas de su existencia alimentan los argumentos de quienes han sido agraviados por esta inédita reforma judicial.
Es mi opinión que, al margen de todas las falencias y todos los “usted disculpe” que este profundo “ajuste” de la judicatura federal y local seguirá trayendo, hay ganancia para nuestra cultura jurídica.
Estamos ante la oportunidad de poner el espejo frente a los ojos de Medusa.
Nuestra cultura jurídica, entendida como ese conjunto de instituciones, prácticas, pero sobre todo creencias y opiniones en torno a lo jurídico, se ha mantenido pétrea por muchos decenios.
México y sus entidades han vivido (hablando de la generalidad de la población que no es analfabeta) en la casi completa oscuridad respecto de lo que se decide en los tribunales, pero más aún en relación de cómo se toman esas decisiones.
Por ello ese desconocimiento como un auténtico “analfabetismo jurídico” se ha confundido con y ha derivado en el desprestigio y desprecio a la labor de los jueces, cuya figura, junto con la del político y el policía, se asocia más comúnmente a la corrupción.
El ojo mediático, hoy puesto en el qué y el cómo deciden los jueces es una bocanada de aire fresco para nuestra cultura jurídica porque con cada vez más bríos recorren los medios de comunicación relatos y explicaciones acerca de lojurídico.
Y cada vez se explican con mayor claridad y sencillez conceptos e instituciones jurídicas cuya comprensión había estado reservada a los abogados.
Hoy cualquier ciudadano, destacando las y los periodistas, quieren comprender más sobre lo que se hace en los poderes judiciales y ello implica no solamente que juezas y jueces estemos cada vez más vigilados, sino que el pueblo vaya tomando, poco a poco, profunda conciencia de sus derechos y de su exigibilidad.
El estado deberá tener cada vez menos el cobijo de la penumbra para decidir no solo en juzgados, sino también en parlamentos.
La reforma judicial trajo, también como ajuste, una ex judicatura que ha saltado al activismo a partir del entendimiento de que “no es lo mismo ser cantinero que borracho”.
Producto de este otro cambio, más jueces seguirán renunciando en pos de sus tranquilidad y salud mental. Algunos otros, con la piel un poco más jabonosa, irán antelos nuevos órganos disciplinarios.
Y en aquellos estados donde aún no se ha hecho la elección, la experiencia comparada será fundamental para asegurar que la justicia – sobre todo la de primera instancia- se mantenga sin grandes anomalías que pudieran ir presionando la conflictiva social que nazca del descontento y la insatisfacción.
En suma, de aquí en adelante en todos los hogares se hablará más del derecho y de lo jurídico y ese gigante pétreo de nuestra cultura jurídica se pondrá de pie para caminar intentando cobrar la forma más humana posible.
*Magistrado Presidente de la Sala Constitucional y Cuarta Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia de Oaxaca
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