CRÓNICA POLÍTICA: Sí, es necesaria la Alianza Ciudadana para las elecciones de 2021

Rosy RAMALES

Más de un mexicano, más de una mexicana, podrá no estar de acuerdo en algunas posturas de los intelectuales, activistas, escritores, académicos, periodistas, que firman la carta donde hacen un llamado a la ciudadanía en general para conformar una alianza ciudadana para recuperar el pluralismo político y el equilibrio de poderes.

Dicho de otra forma: Unirse para que de las elecciones de 2021 emane una conformación distinta de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, donde Morena y aliados ya no sean la mayoría parlamentaria aplastante de los consensos, pluralidad y democracia.

Suena duro, pero en síntesis se trataría  –según se entiende— de derrotar a Morena y aliados en las urnas electorales en los comicios federales intermedios, cuyo proceso electoral iniciará en septiembre de 2020 y concurrirá con elecciones locales en las 32 entidades federativas (aun cuando en algunas la fecha de arranque sea distinta).

Decíamos pues, más de un mexicano, más de una mexicana, podrá no estar de acuerdo en diversas posturas de las personas firmantes, pero ahora tienen razón: Solo una alianza ciudadana en conjunto con los partidos políticos de oposición a Morena podrá devolver su esencia a la Cámara de Diputados.

Pero además, la restitución del federalismo y la generación de políticas públicas tendentes a beneficiar a la población, al país, a la nación; no políticas enfocadas solamente al control electoral en beneficio de una clase gobernante, de un partido político, del proyecto de una persona.

Como los firmantes del desplegado dicen: “Es imperativo corregir el rumbo y recuperar el pluralismo político y el equilibrio de poderes que caracterizan a la democracia constitucional…” Porque en México se vive un clima de “asfixia del pluralismo de la representación en aras de someter al Poder Legislativo a los dictados del Ejecutivo”.

Suena fuerte, pero es verdad cuando consideran que el presidente ha ido concentrando el poder en detrimento del Legislativo y el Judicial, así como de las entidades federativas (agregaríamos, ninguneando y manipulando a gobernadores).

“Al hacerlo ha destruido o deteriorado la administración pública y las instituciones constitucionales. Invocando una supuesta cuarta transformación menoscaba las capacidades del gobierno, toma decisiones unipersonales, polariza a la sociedad en bandos artificiales, desacredita la autoridad de los órganos especializados como el INE y ataca toda forma de expresión que no se identifique con su visión política”, indican los firmantes.

Y otra vez tienen razón.

Por si fuera poco, ven que el manejo de la pandemia Covid-19 ha sido “suicida” y ha rechazado un acuerdo nacional para reactivar la economíay salvar empleos; “en su lugar, se ha utilizado la pandemia para acelerar la demolición del Estado y el control del poder”.

Así que de “De continuar por este camino, el presidente y la coalición que lo apoya harán retroceder los avances democráticos que consumieron años de lucha a la sociedad mexicana para salir de un sistema autoritario y establecer la democracia”.

El título de la carta sintetiza todo:“Contra la deriva autoritaria y por la defensa de la democracia”.

Y no es como lo ha considerado el presidente López Obrador, quien respondió así la misiva pública:

“Da pena ajena su argumento de que buscan construir una alianza con miras a las elecciones de 2021 para obtener la mayoría y ‘asegurar que la Cámara de Diputados recobre su papel como contrapeso constitucional al Poder Ejecutivo’”.

“¿Qué acaso no se han enterado que está por llegar extraditado de España, Emilio Lozoya, ex director de Pemex, quien al parecer presentará pruebas y explicará cómo se lograba el ‘contrapeso’ que pretenden ‘recobrar’ los abajo firmantes?”

Seguramente habrá personas con algún interés en particular, pero lo expresado en la carta o desplegado refleja fielmente el sentir de una parte de los ciudadanos y ciudadanas de este país. ¿Cuántas? ¿Cuántos? No se puede precisar.

Lo que sí, es que algunos o muchos de quienes en 2018 votaron por AMLO y por las demás candidaturas de la coalición “Juntos Haremos Historia” (hasta algunas de las personas firmantes), a tan solo dos años se han decepcionado de la forma de ejercer el poder por parte de quienes enarbolan la llamada “Cuarta Transformación” de país.

Porque no hay tal, en beneficio general. No se ven los cambios esperados, empezando por el respeto a las instituciones, a la democracia y al Estado de Derecho. Por el contrario, el juramento de cumplir la Constitución Política y las leyes que de ella emanen, el viento se lo llevó.

Claro, no todo ha sido negativo en lo que va del sexenio lopezobradorista; hay acciones positivas como lo es el combate a la corrupción, los programas a favor de los sectores más desprotegidos, y el inicio de obras magnas. Pero todo lleva en sí mismo un fin político electoral, como también en su momento lo hicieron los gobiernos del PRI y del PAN, con excepción de la lucha contra la corrupción.

En fin, no se trata de construir una alianza ciudadana en conjunto con la oposición nada más por arrebatarle el poder a Morena y aliados, por el poder mismo, sino se trata de recuperar el pluralismo político y el equilibrio de Poderes, tal como lo establece la Carta Magna; incluso, mejorarlos.

En la época de hegemonía del PRI, cuántas veces ciudadanos en general y la oposición (incluida en ésta muchos de quienes hoy militan en Morena) protestaron en contra de la “aplanadora” priista en el Congreso de la Unión, que actuaba al tronido de dedos del Ejecutivo para legislar a capricho de éste y hasta en contra del pueblo.

Hoy hace lo mismo Morena con ayuda de sus aliados; incluso, de manera refinada.

Por cierto, Morena construyó una mayoría mediante “la compra de representantes electos de otros partidos políticos”, como bien dicen los firmantes de la carta. Es más, planeó su mayoría desde cuando en campaña pedía “el voto parejo”. Y quien iba a pensar que fraguaba una obediente aplanadora para concretar decisiones autoritarias.

Ahí está lo que hicieron de la Comisión Nacional de Derechos Humanos desde el Senado; un órgano sin credibilidad, partidizado, al elegir a Rosario Piedra Ibarra como la titular. Ahí está el elemento partidista en John Ackerman en el Comité Técnico de Evaluación para la selección de consejerías del Instituto Nacional Electoral (INE).

Un INE al cual pretende controlar Morena…y que el presidente López Obrador quiere amedrentar al decir que él se convertirá en “guardián de las elecciones” para evitar fraudes electorales. Cosa que se puede interpretar también en el sentido de sustituir al órgano electoral en sus funciones, y que si no ganan los candidatos lopezobradoristas entonces es fraude.

En fin, que sí existen ciudadanas y ciudadanos que no quieren volver a los vicios del PRI ni del PAN, ni seguir viviendo el autoritarismo de Morena; quieren ver resultados, equilibrio de Poderes, desarrollo social a la par del crecimiento económico, armonía social (no encono) y un gobierno que privilegie por encima de todo la salud de los gobernados.

AMLO y todas las candidaturas de la coalición “Juntos Haremos Historia” llegaron al poder con la fuerza de esa sociedad civil que por años de mantuvo al margen de votar por la izquierda por temor.

Entonces, aguas con la fuerza ciudadana.

Porque en realidad los partidos políticos ni fu ni fa. Por ejemplo, es la hora que la oposición anda a la deriva, sin organizarse, ni organizar a los demás.

Hasta los partidos satélite debieran unirse a la alianza ciudadana porque corren el riesgo de desaparecer. AMLO ya se pronunció por el bipartidismo.

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Correo: rosyrama@hotmail.com

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