Raúl CASTELLANOS
“DE NADA SIRVEN LAS REFORMAS SI VAN TEÑIDAS DE TANTA SANGRE” –Oscar Arnulfo Romero dixit-; “mira sé que me van a matar” le dijo con premonitoria seguridad Oscar Arnulfo Romero a su hermano Santos Gaspar y le confió “ha venido el nuncio de Costa Rica, de parte del Vaticano a decirme que conocen un plan para matarme y me ofrecen un traslado o un permiso para irme de El Salvador, yo les contesté ¡venga lo que venga, me quedo con mi gente!”; con emoción y el llanto contenido a pesar del tiempo transcurrido, Santos recuerda aquellos tensos días “lo habían estado difamando, calumniando, ofendiendo, decían que era un cura guerrillero comunista y que estaba destruyendo al país, solo recuerdo que él me dijo ‘a quienes me difaman ya los perdone’, el viernes 21 de marzo me llegó un anónimo, me advertían que si mi hermano no se apartaba de lo que hacía sería secuestrado en 72 horas, yo me fui a verlo, me escuchó sin decir palabra, al final me pidió que no hiciera caso y que botará el papel”; tres días después, mientras oficiaba misa en la capilla del Hospital La Divina Providencia, fue ejecutado por el disparo de un francotirador, una bala de alta velocidad y gran poder, expansivas les llaman, le partió –literal- el corazón, la noticia se difundió de inmediato ¡mataron a monseñor Romero!; Santos Gaspar así lo narra “era lunes 24 de marzo de 1980 estaba en mi trabajo y un compañero me dijo que me fuera a la policlínica porque en las noticias estaban diciendo que habían herido a monseñor Romero, cuando llegué ya estaba muerto y me fui a la morgue, donde le estaban haciendo la autopsia, le sacaron pequeñas esquirlas y su corazón estaba destrozado”; un día antes, el Domingo de Ramos de 1980 había hecho desde la Catedral un enérgico llamado al ejército a cesar la represión en su homilía conocida como “de fuego” que de inmediato fue calificada como subversiva, sellando así su destino “yo quisiera hacer un llamamiento de manera especial a los hombres del ejército y en concreto a las bases de la Guardia Nacional, de la policía, de los cuarteles, ¡hermanos! Son de nuestro mismo pueblo, matan a sus mismos hermanos campesinos y ante una orden de matar que dé un hombre, debe prevalecer la ley de Dios que dice ‘no matarás’, ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la ley de Dios, una ley inmoral nadie tiene que cumplirla, ya es tiempo de que recuperen su conciencia y que obedezcan antes a su conciencia que a la orden del pecado, la Iglesia, defensora de los derechos de Dios, de la Ley de Dios, de la dignidad humana de la persona, no puede quedarse callada ante tanta abominación, queremos que el gobierno tome en serio que de nada sirven las reformas si van teñidas con tanta sangre, en nombre de Dios, pues, y en nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: Cese la represión”, el acuse de recibo llegó al día siguiente; 31 años después se supo el nombre de su asesino, Marino Samayor Acosta, un sub-sargento de la Guardia Nacional integrante de la guardia personal del presidente de la República al que le recompensaron con 114 dólares, la orden expresa la recibió del mayor Roberto d’ Auibuisson, creador de los escuadrones de la muerte y fundador de Arena, partido que gobernó El Salvador de 1989 a 2009; con la llegada del Papa Francisco, el expediente de Romero se “destrabó”, el magnicidio se declaró un “asesinato sacrílego” contra un miembro ejemplar de la Iglesia, en febrero pasado fue declarado mártir y su martirio allanó el sendero de su beatificación; finalmente el pasado sábado “la voz de los sin voz” en una ceremonia que congregó a más de trescientas mil personas, entre ovaciones y vivas, accedió a los altares, el ritual se concretó cuando la reliquia de Romero, la camisa ensangrentada que vestía el día de su asesinato, flores y una palma que significa la victoria de los mártires, fue incensada por el Cardenal Ángelo Amato enviado especial del Papa, quien expresó “esta es una fiesta de gozo y de fraternidad para la Iglesia y para la nación salvadoreña, Romero no es símbolo de división, sino de fraternidad y concordia”…la prensa salvadoreña da cuenta, que al momento en que Monseñor Romero era declarado beato, un halo solar apareció como adornando el cielo salvadoreño para regocijo de los presente en la Plaza Salvador del Mundo, fenómeno que fue interpretado como señales de bendición de Romero ¿alguien puede asegurar que esto ya está decidido?… RAÚL CASTELLANOS / RCMULTIMEDIOS.MX http://rcmultimedios.mx/politica/45425/del-zcalo-a-los-pinos#.VWP310vz6TU.mailto
Descubre más desde Rosy Ramales
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.