Del Zócalo a los Pinos: «Gobernabilidad democrática…¿Dónde se nos perdió?

Raúl CASTELLANOS

“GOBERNABILIDAD DEMOCRÁTICA…¿DÓNDE SE NOS PERDIÓ? ”; sumidos en la vorágine del pragmatismo a ultranza en esta época de la disputa del poder, al costo que sea y por los medios que fueren, dos temas llaman mi atención, la redefinición del papel de la izquierda en la coyuntura actual y el debate, ya planteado por algunos estudiosos en el sentido, de que, en la medida que se amplían las avenidas de la democracia se reduce la gobernabilidad, frente a los que sostienen que los problemas de la gobernabilidad solo se resuelven con más democracia, no con menos democracia; a partir del siglo XIX, podemos identificar varios modelos de democracia, “democracia protectora” orientada a proteger a los gobernados de la opresión de los gobernantes, “democracia desarrollista” que incorporó el principio que la concibe -a la democracia- como medio para consolidar al individuo como actor central, “democracia como equilibrio”, que le asigna un rol de árbitro en la competencia de las élites, con una participación marginal de la sociedad y la perfilada a partir del último tercio del siglo pasado, que establece como premisa una intensa participación de la sociedad en las decisiones de gobierno, reivindicada como “democracia participativa”; en cuanto a la gobernabilidad, podemos asumirla como la capacidad de un gobierno para legitimar sus decisiones, “políticas públicas” se les llama en la actualidad, con base en un desempeño eficaz de sus funciones, que supone una sociedad que permite el ejercicio libre de la voluntad política, basada en la confianza en sus instituciones; sin embargo, esta gobernabilidad, al día de hoy enfrenta una pérdida de confianza por diversos orígenes, su propia expansión ha generado una sobrecarga de tensiones, la misma competencia política, esencial en una democracia se ha vuelto cruenta, produciendo una fragmentación de intereses, paradójicamente, el incremento de la contienda democrática ha polarizado a la sociedad, produciendo una gran desconfianza en las instituciones y la percepción de una creciente ineficacia de los actores políticos; ante este escenario surgen dos posiciones que conciben como antagónicas gobernabilidad y democracia, un exceso de democracia significa un déficit en la gobernabilidad, una gobernabilidad sin contrapesos supone una democracia acotada, en consecuencia se plantean dos tipos de soluciones, que haya menos participación política de los ciudadanos frente a quienes exigen la reducción del Estado vía la participación social en sus decisiones, recurriendo a la consulta popular y el referéndun; Bobbio, plantea tres grandes problemas de la gobernabilidad democrática, a) desproporción entre las demandas sociales y las respuestas gubernamentales, b) la tenue frontera entre complejidad social y conflicto social, c) distribución, dispersión y cesión del poder en las sociedades plurales; lo anterior nos lleva a otro debate en el marco de las democracias liberales, Democracia y Liberalismo son dos conceptos con diferentes orígenes, el concepto de la democracia nació con los griegos, los ideales liberales con el capitalismo decimonónico, sus valores y objetivos también son distintos, la democracia clásica privilegia la primacía del poder colectivo y el Estado, el sentido del liberalismo corre en dirección opuesta, proteger al individuo del Estado y sus excesos, una concepción es maximalista la otra minimalista; en este contexto, es relevante considerar la dinámica de los movimientos sociales, que en México ha crecido exponencialmente a partir de los hechos ocurridos en Iguala el 26 de septiembre del año pasado; ya desde antes –del caso de los normalistas- el movimientismo reflejaba la crisis del modelo de desarrollo, al día de hoy –además- ha evidenciado la incapacidad de los partidos políticos para administrar, canalizar y brindar alternativas al descontento social que ha optado por la –legitima- resistencia popular; la gran interrogante es ¿Qué hacer frente a esta expresión tan dinámica?, ¿criminalizarlos?, eso solo en las dictaduras, ¿cooptarlos?, ¿es solución de fondo?, ¿institucionalizarlos?, ¿es posible?, ese es el otro gran debate que debería permear en las campañas; hoy la política real se ha desplazado hacia la frivolidad, la carencia de propuestas, de respuestas al tamaño de retos que enfrentamos como Estado Nacional, se hace en la calle, cuando no en lo “oscurito”, se tejen alianzas vergonzantes, la hacen los jueces, los medios de comunicación, las organizaciones sociales, la videopolítica mediática ha desplazado a las ideas, es el tiempo de la antipolítica que es la política contra la política y los políticos y da la impresión que a nadie le ha caído el veinte, de ahí, la crisis de gobernabilidad democrática que vivimos…es viernes “hoy toca” –Dehesa dixit-…¿alguien puede asegurar que esto ya está decidido?….RAÚL CASTELLANOS / RCMULTIMEDIOS.MX


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