DEL ZÓCALO A LOS PINOS: «La escritura es la pintura de la voz».

Raúl CASTELLANOS

“LA ESCRITURA ES LA PINTURA DE LA VOZ” –Voltaire dixit-; “carecer de libros propios es la peor de las miserias” –Benjamín Franklin-, “ante ciertos libros uno se pregunta ¿Quién los leerá? y ante ciertas personas uno se pregunta ¿Qué leerá? –André Gide-, “cuando escucho que una persona tiene el hábito de la lectura, estoy predispuesto a pensar bien de él” –Nicolás de Avellaneda-; el pasado mes de abril Mario Vargas Llosa –quien no necesita presentaciones- sostuvo una muy interesante y amena conversación con Antonio Caño –Director de “El País”- sobre un tema apasionante, ¿desaparecerán los libros y periódicos impresos ante los avances tecnológicos?, al respecto el Premio Nobel argumentó “si el mundo sigue el proceso en el que la palabra escrita es reemplazada por la imagen y lo audiovisual, se corre el riesgo de que desaparezca la libertad, la capacidad de reflexionar e imaginar y otras instituciones como la democracia”; el tema no es menor, los libros y periódicos impresos –en mi percepción- tienen la virtud de formar opinión, fomentan la reflexión, su relevo, opina Vargas Llosa “sería la pesadilla de Orwell de una sociedad convertida en robots donde todo es organizado por poderes invisibles” con el agregado de que la cultura de la “pantalla” tiende cada vez más al entretenimiento en detrimento del espíritu crítico; no son pocos los estudiosos del efecto que tiene la palabra leída, el lenguaje impreso, en su –casi- totalidad, concluyen que la lectura provoca reacciones del cerebro, genera un esfuerzo creativo, intelectual, vinculado con la conducta e incluso con el comportamiento en sociedad; por supuesto, el galardonado escritor –como todos- se mostró agradecido con los avances tecnológicos que producen emociones y entretenimiento generalmente efímero, en contraparte –argumentó- “la lectura no entretiene sino que produce un efecto más profundo, crea ciudadanos más responsables y críticos”; a lo anterior agregaría que leer un libro nos brinda la oportunidad de echar a volar la imaginación, recorrer otros mundos, espacios, según la lectura de que se trate, apasionarnos, sufrir, gozar, llorar, enamorarnos, situarnos en otras realidades, asimilarlas como propias, aún recuerdo –de mi infancia- tres libros de Julio Verne que me impresionaron “Miguel Strogoff” –el Correo del Zar-, “La Vuelta al Mundo en 80 Días” y “20 000 Leguas de Viajes Submarinos”, ya en la juventud “El Diario del Che en Bolivia” –edición clandestina- “Camilo Torres” -el cura guerrillero-, “Los Indios de México” de Fernando Benítez, en los setentas de Editorial Siglo XXI eran esperadas sus ediciones, “Zapata y la Revolución Mexicana” de John Womack y “Miguel Littin clandestino en Chile” –escrito estilo reportaje por García Márquez- son dos que conservo con devoción; por supuesto de Gabo es obligada –la lectura- de “Cien años de Soledad” aunque en lo personal prefiero “Noticias de un Secuestro”, cuya primera edición –que aún no salía a la venta en México- compré en una librería de las Ramblas en Barcelona y lo leí en una noche; y qué decir de la poesía, leer poesía de acuerdo al estado de ánimo del corazón es mágico o para cortarse las venas, desde Bécquer y sus “oscuras golondrinas”, Neruda, Sabines, Nervo hasta el más grande –para mí- del romanticismo, Mario Benedetti , el de “Hagamos un Trato”; es difícil definir como sucede, pero sucede que un día en tu Gulag, te vuelves adicto a todos los géneros, asumiendo los personajes, aprendes de “Fouche” el genio tenebroso escrito por Stefan Zweig e igual te sientes Ricardito, el niño bueno de las “Travesuras de la Niña Mala” –de Vargas Llosa- que Justo Adriano Alemán, el personaje de “Las Mujeres de Adriano” de Aguilar Camín, el mismo de “Morir en el Golfo”, o complotado para matar al tirano –de la Dominicana aclaro- en la “Fiesta del Chivo” –también de Vargas Llosa-, te preguntas ¿dónde nos perdimos? Al leer “La Guerra de los Zetas” de Diego Enrique Osorno, “Disparos en la obscuridad” de Fabrizio Mejía Madrid, “Ovejas Negras” de Emiliano Ruiz Parra, “Crónica de un Sexenio Fallido” –la tragedia del Calderonismo- de Ernesto Núñez Albarrán y así hasta concluir que ninguno de tales textos los vivirías con tanta adrenalina en el internet –no yo por lo menos-; pero volviendo al tema, Vargas Llosa y Antonio Caño concluyeron, “los libros muestran pasión, imaginación, la literatura no tiene límites, el periodismo es razón, realidad, el periodismo tiene un lenguaje más impersonal al servicio de un objetivo que es comunicar sin renunciar a la creatividad, la literatura es más creativa, en ella la imaginación no tiene límites”; diría Kempis “he buscado el sosiego en todas partes y solo lo he encontrado sentado en un rincón apartado, con un libro en las manos”…es viernes “hoy toca” –Dehesa dixit- ¿alguien puede asegurar que esto ya está decidido?…..RAÚL CASTELLANOS / RCMULTIMEDIOS.MX http://rcmultimedios.mx/politica/45117/del-zcalo-a-los-pinos#.VUwkUGxrYHw.mailto

 


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