Raúl CASTELLANOS
“O ACABAMOS DIVERTIDOS O ACABAMOS EN EL PSIQUIATRA” –Lorenzo Córdoba dixit-; “convocó a llegar a un gran acuerdo por la paz”, expresó Carlos Navarrete desde Querétaro y agregó “somos contrincantes y estamos disputando el voto de los mexicanos, pero el actual escenario obliga a cerrar filas en un mensaje muy claro: los delincuentes no van a impedir que los mexicanos salgan a las urnas a votar con libertad el siete de junio, de nuestra parte estamos listos para contribuir en cualquier iniciativa política que mande este mensaje de energía y de firmeza, ya que la violencia no le puede ganar a millones de mexicanos, México necesita un proceso electoral en paz, altamente participativo, para lo cual necesita atender los focos muy localizados de violencia sin minimizarlos, hay que atenderlos con medidas preventivas desde el gobierno de la República, así como, desde los gobiernos estatales”; el mensaje de Carlos –Navarrete- que no tuvo mayor trascendencia en los medios de comunicación, quizás por ser un planteamiento en positivo, sin estridencia, lo cual no es “nota”, es, sin duda, oportuno, tiene la virtud de parecer ser una voz en el desierto, un golondrina que no hará verano en medio de tantos tambores de guerra que suenan a lo largo y ancho de la “hermosa República Mexicana” –televisa dixit-; además de tener una gran dosis de objetividad, “en política lo que parece es” decía el ideólogo tuxpeño, es valiente, en el sentido de que, llamar al acuerdo, aún en temas fundamentales y obvios como éste, seguramente será motivo de descalificación inmediata por sus adversarios, “es hacerle el juego al PRI” o a Peña, le dirán; lo cierto es, que a menos de tres semanas de la jornada electoral, el ambiente es de tensión, la muerte de varios candidatos son un foco rojo, no ámbar como se pretende hacer ver, la violencia ha estado latente, el boicot a la jornada electoral por la vía de facto se percibe como inminente en varios estados, el abstencionismo se vislumbra arriba del 50% del padrón electoral lo que demuestra el cansancio por no decir desencanto y temor social, a lo que hay que agregar la intervención de las organizaciones del crimen organizado con “interés de parte” en el control de amplias regiones, lo cual ya es un tema mayor, aunque el INE lo reduzca a una visión de “clases sociales”; ante este escenario, da la impresión que ni partidos, ni candidatos, ni los “árbitros” de la contienda han advertido el riesgo en que se encuentra la frágil democracia a la mexicana; al día de hoy, lo que paga y pega, son la guerra sucia, de lodo, hay que acabar con el de enfrente al costo y al precio que sea, que no es lo mismo que la campaña negativa –de contraste la llaman- en la que se “ponderan” las debilidades reales del adversario, incluyendo las personales, sin llegar a la calumnia, la mentira, o la agresión física; los “líderes” partidistas, están solo atentos a sus guerras fratricidas y a lograr conservar sus cotos de poder, de grupo o familiares, en las campañas las plataformas electorales solo sirven para cubrir el expediente del registro, no hay propuestas, no se discuten tesis, proyectos legislativos, vamos, ni siquiera guardan las mínimas formas cuando les matan un candidato, es el poder, solo el poder lo que interesa; y ya entrados en gastos quienes no tienen la menor idea de la dimensión del riesgo en que se encuentra el sistema político, son los Consejeros del INE, heredero del alguna vez respetable IFE, el de los tiempos de José Woldemberg, empezando por su Consejero Presidente, Lorenzo Córdoba, quien ayer expresó que estas “van a ser sin medias tintas, no solo las elecciones más fiscalizadas en la historia de México, sino del mundo”, lo cual, si fuere así, es posible no estuvieren tan descalificadas antes de celebrarse, descalificación en la que también los consejeros contribuyen con singular entusiasmo, al ser productos de cuotas de poder, se dedican a privilegiar, las cuotas de los cuates por los que llegaron, al poder –del INE-, el mismo Córdoba lo evidenció al comentar que –en sus resoluciones- no “hay puntos medios, no hay grises”, como el caso de Ebrard, donde él, Córdoba, mostró el sello que trae en “alguna parte” al votar a favor de convertirlo en Juanito; aunque tal vez en lo único que tenga razón don Lorenzo, es, en lo que dijo en referencia a un líder indígena –de quien se burla en conversación que le pillaron con Edmundo Jacobo, Secretario Ejecutivo del INE- “no mames cabrón, no mames, no,no,no, de pánico cabrón, o de aquí acabamos divertidos o acabamos en el psiquiatra”, ¿alguien puede asegurar que esto ya está decidido?… RAÚL CASTELLANOS / RCMULTIMEDIOS.MX http://rcmultimedios.mx/politica/45328/del-zcalo-a-los-pinos#.VVxSkLxpWKw.mailto
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