ANDARES POLÍTICOS: A ellos, ¿quién les tiene confianza?

Benjamín TORRES UBALLE

En este sexenio los mexicanos hemos podido atestiguar como se ha pauperizado la calidad de los funcionarios impuestos al frente de las diversas dependencias de gobierno. Desde quienes carecen de la debida preparación académica y experiencia hasta los más ignorantes y silvestres en la extensión más amplia del concepto conforman el triste catálogo. Existen excepciones, pero son eso.

La funesta costumbre de pagar cuotas y lealtades luego de arribar al poder, se refleja en la cada vez más profunda indigencia de servicio y rendimiento por parte de los servidores públicos que llegan a desempeñar funciones de las que no tienen la menor idea. En general son una avalancha de arribistas, sin propósitos de ser útiles a los ciudadanos que son quienes pagan sus salarios.

Usualmente se marean con el mucho o poco poder que se les otorga. Nada aportan porque nada tienen que aportar. Son prepotentes, groseros, ignorantes y en no pocos casos, bastante vulgares.

La muestra más reciente, y de la cual prácticamente todos los mexicanos nos enteramos a través de las redes sociales y por los medios de comunicación, nos la regaló este miércoles el gris secretario de Gobernación, Adán Augusto López, con la burda y tonta respuesta que le dio a la madre de una desaparecida que junto con otras mujeres protestaban a las afueras del Palacio de Cobián:

“Yo tampoco confió en usted”, reviró un exaltado López, a la queja de la señora quien previamente le espetó: “La verdad yo no confío en nadie”, tras de que el funcionario tabasqueño le cuestionara “Yo le voy… a ver señora, ¿usted confía en mí? El diálogo no fue al interior de la Segob, sino a las puertas de la misma. Ahí estuvo la primera grosería y falta de respeto al atenderlas en la calle.  

Pero no se puede esperar más de un político aldeano que fue sacado de su terruño para venir a la capital del país y sentarse en la silla principal de Gobernación gracias sólo a que es paisano del presidente López Obrador y tienen una añeja relación. Ese es su único y gran mérito que le da cierta difusión mediática y que, en una falsa quimera, se creyó el infantil cuento de que era una “corcholata” presidencial. López Hernández es una nimiedad en el escenario político y un cero a la izquierda en Gobernación. Es sostenido artificialmente por el huésped de Palacio Nacional.

Por eso es que al carecer de la fuerza necesaria y sensibilidad política que requiere un secretario de Gobernación, primero para saber escuchar y luego para actuar de manera firme concretando esto en resultados positivos para la ciudadanía, Adán Augusto López no es sino otro florero decorativo como otros tanto que conforman el Gabinete presidencial, supeditados a la incontrovertible voluntad monárquica del jefe máximo. En un empleado así, es imposible confiar, ni en lo mínimo.

Y cómo confiar, no sólo en el titular de Gobernación, sino en el actual gobierno, si hay razones de sobra para no hacerlo. Prometieron, por ejemplo, regresar al Ejército a los cuarteles y sucedió exactamente lo contrario, ya hay más presencia de ellos en las calles. Aún más, lo han empoderado a niveles preocupantes y le han dado prácticamente todo en lo que parece la compra de alguna póliza para asegurar la lealtad de los militares. Igual que lo han hecho regímenes autoritarios.

Del sistema de salud público como en Canadá o Dinamarca que también ofrecieron, es hablar de un enorme y estrepitoso fracaso gubernamental. El deterioro en la atención, citas, estudios clínicos y abastecimiento de medicinas es un martirio todos los días para los enfermos en el IMSS, ISSSTE, INSABI y demás instituciones del sector salud dependientes del gobierno. El desastre es evidente.

Otra de las principales deudas -y la mayor exigencia social a resolver de parte de la administración obradorista- es la desbordada y descontrolada inseguridad. El número de homicidios dolosos en lo que va del actual sexenio suma ya 130 mil víctimas (TResearch) y las masacres no sorprenden a nadie de tan frecuentes. Las desapariciones forzosas superan más de 100 mil y siguen aumentando.

Bajo ese panorama desolador y en extremo peligro, bien queda una repuesta sin dilación al secretario de Gobernación y al gobierno en general: “Nosotros tampoco confiamos en ustedes”. No se han ganado esa confianza, al revés, la han socavado al no cumplir lo que prometieron y proteger a miembros de grupos criminales porque también son seres humanos, según lo justificó el señor presidente López Obrador e insistir en la muy sospechosa estrategia de los “abrazos, no balazos”.

La confianza, señor secretario Adán Augusto López Hernández, no se pide regañando, se gana. No lo olvide; ayer usted aplicó una nociva muestra de lo que no debe hacerse en política. Por eso no tiene la conciencia tranquila como anda por ahí presumiendo. Compórtese de manera seria.

STATU QUO

En el circo morenista rumbo a la contienda electoral en 2023 donde se disputará la gubernatura del EdoMex, este jueves ungieron a Delfina Gómez, actual secretaria de Educación Pública, como su virtual candidata. Esto a pesar de que la maestra fue señalada por los “moches” a trabajadores en Texcoco. En la elección pasada, fue derrotada por Alfredo del Mazo en la entidad mexiquense.

@BTU15

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