ANDARES POLÍTICOS: AMLO, ¿suerte, sagacidad, o descaro?

Benjamín TORRES UBALLE

Muchos factores conforman la actividad política. Entre todos ellos hay uno intangible: la suerte. Gracia que no se da en todos aquellos dedicados a tal actividad. No obstante, así lo parece, es un elemento que resulta indispensable para cualquier político. Un ejemplo claro de ello es Andrés Manuel López Obrador, quien a pesar de las advertencias en relación al riesgo que representaba para el país, según la exitosa campaña orquestada por sus adversarios, hoy está convertido en presidente de México y con alta popularidad. AMLO es un político afortunado, aseguran algunos.

Cuando el país atraviesa por una de sus etapas más conflictivas en materias diversas, el tabasqueño permanece en el puesto máximo de la república mexicana, con la aprobación mayoritaria de la población. Sometido a severas críticas por la incontrolada violencia que azota a la sociedad en general, López Obrador se defiende ferozmente y ataca a sus críticos al tiempo de zafarse astutamente de aquellos asuntos que lo incomodan y lo exhiben como un político incumplido.

Pero cuando no ha sido así y fue arrinconado, como sucedió en el caso de sus hermanos Pío y Martín –exhibidos en video recibiendo efectivo de manos de David León-. O cuando revelaron la Casa Gris, que mostró a su bodoque mayor dándose una vida bastante fifí en Estados Unidos. También en el tristemente célebre Culiacanazo, hecho en el que el Cártel de Sinaloa doblegó al Ejército y humilló al Estado mexicano, el mandatario supo capear el temporal que se le vino encima. Y ahí sigue.

Hoy, cuando las masacres cotidianas, las ejecuciones y los feminicidios, entre el vendaval de hechos delictivos, tienen a la ciudadanía en el límite del hartazgo y empiezan a fustigar con severidad la estrategia de López Obrador basada en abrazos -y la protección a integrantes de grupos criminales, según ha confesado públicamente, el fundador de Morena y máximo líder de ese movimiento-, AMLO pasa por uno de los momentos más turbulentos de su gestión. Esto se acentuó por la intención de desaparecer al INE mediante una reforma electoral a modo. El rechazo es grande.

Empero, cuando las severas críticas internas y externas arreciaban por la intención obradorista de tomar el control del instituto electoral, surgió un golpe de suerte inesperado desde el propio organismo autónomo. Una encuesta del mismísimo INE, no difundida ampliamente, como debería, la cual muestra que la mayoría de encuestados apoya la propuesta del Ejecutivo para meterle mano al Instituto Nacional Electoral. Entre los resultados del estudio demoscópico, arroja que 78% está de acuerdo en que los consejeros y los magistrados electorales sean electos por el voto directo de la ciudadanía mientras que el 74% acepta reducir los recursos que se le otorgan al INE.

De la encuesta, publicada en el micrositio del INE, Morena acusó a éste de haberla ocultado durante dos semanas debido a que no le favorecía. En la mañanera del pasado jueves, el presidente López Obrador no dudó en hacer uso del “regalito” de Lorenzo Córdova y su grupo para tundirles.

“Ayer se dio a conocer que guardaron una encuesta que ellos pagaron, sí, dos, una creo que a principios de año y otra en septiembre, y no dieron a conocer los resultados; y como los resultados no les favorecían, ocultaron la información”, se regodeó con astucia el Ejecutivo ante la prensa.

Luego arremetió en contra del consejero presidente del INE, con el cual ha tenido constantes y ríspidos desencuentros verbales:

“Y ayer sale el presidente del INE, que da, la verdad, pena ajena, a decir que pues eso era hace dos meses, pero que ya las cosas desde luego han cambiado porque no estaba en debate todavía el tema de la reforma electoral, ahora como está en debate ya se enteraron más gente, porque cuando hicieron el levantamiento sólo se habían enterado el 37 por ciento”. Por paliza ganó el round.

¿Qué necesidad de no haber difundido con amplitud la mencionada encuesta que es usada hoy para tundir de forma inclemente al discriminador Lorenzo Córdova, por cierto, ventaneado en 2015 por una grosera conversación telefónica con Edmundo Jacobo Molina, secretario ejecutivo, donde se mofa de un líder indígena? Mas Córdova Vianello no es en sí mismo el INE. El organismo que hoy dirige va más allá de la profunda animadversión entre López Obrador y él. Es, al Instituto creado por los mexicanos con mucho esfuerzo, al que debemos defender sin condiciones de modo total.

Sin embargo, lo cierto es que Lorenzo Córdoba y sus incondicionales, de manera infortunada y torpe le dieron al Presidente una nueva excusa para darles una tunda y justificar su proyecto de reforma electoral. En política los errores se pagan muy caros y Córdoba cometió un error infantil con la referida encuesta. En tanto que a López Obrador le sonrió la suerte con el nuevo distractor.

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