ANDARES POLÍTICOS: Cancelar la prueba PISA, error garrafal

Benjamín TORRES UBALLE

La ciencia y el conocimiento son la base para el desarrollo de toda nación; sin ambas, los pueblos están destinados al atraso, pobreza, desigualdad social, ignorancia, así como la dependencia de otros países y, en particular, a ser víctimas perennes de gobernantes autócratas, demagogos y rapaces. En la historia, existen numerosos ejemplos de ello y de sus perniciosas consecuencias.

En contraparte, hay ejemplos dignos de admiración. Japón, sólo por mencionar uno de los casos más sorprendentes, que se levantó de una devastación atómica y de la guerra para convertirse en una potencia mundial. Su apuesta fue precisamente al desarrollo tecnológico sustentado en la educación y la investigación. Al año 2016 -último dato disponible- a pesar de que gradualmente ha reducido su porcentaje respecto al PIB en educación, se ubica en 3.19%. (bit.ly/3tcWVhR).

Otra cara de la moneda es México, que lleva siglos sumido en el subdesarrollo a pesar de la vasta cantidad de recursos naturales con los que cuenta y la estratégica ubicación con Estados Unidos. El gigantesco lastre que llevan atados los mexicanos, son los presidentes, unos más voraces y dañinos, pero todos igualmente ineptos y enfermos de ambición por el poder. Las excepciones son contadas y muy conocidas por todos: Lázaro Cárdenas, Benito Juárez y Francisco I. Madero.

Una característica que parece indispensable en el resto de los presidentes elegidos por la ciudadanía, es que tanto la cultura como la ciencia y educación les provoca urticaria. Del año 2010 al 2015 el gobierno invirtió en promedio cada año 3.9% del PIB a la educación; no obstante, a partir del 2016, aún con Enrique Peña Nieto en la Presidencia, empezó a descender hasta 3.2% al fin de su sexenio. Con López Obrador se aprobó 3.3 para el 2021. Buen porcentaje, pero insuficiente.

Conocidos por todos son las enormes carencias que la educación pública básica padece en la república mexicana. Desde instalaciones inadecuadas o mal conservadas, con años de profundo deterioro, pasando por la deficiente preparación de la mayoría de los maestros, aunado a los intereses políticos de los dirigentes del magisterio que tienen como armas para presionar a los gobiernos, el chantaje a través de las interrupciones de clases, marchas y bloqueos.

Dicho entorno, hoy estropeado más por los efectos pandémicos, para nada ha mejorado con la llegada del gobierno obradorista. Este año aprobó dos puntos menos del PIB respecto al año anterior (3.3% vs. 3.5%). Todas las variables mencionadas inciden en la baja calidad educativa, con alumnos que, ya en secundaria, carecen de habilidades básicas en matemáticas, lectura y ciencias.

Así lo demostró desde el año 2000 la prueba PISA aplicada a estudiantes de 15 años, cuyos resultados están por debajo del promedio de los países de la OCDE tal como quedó plasmado en el 2018 (bit.ly/3aSEnwQ), lo que confirmó el pobre nivel de aprendizaje. Quizás estos datos duros, como tantos otros, no gustaron al gobierno. El hecho coincide con la probable suspensión de esta prueba denunciado el pasado 30 de abril por la organización Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (bit.ly/2RehNb4). Es muy cierto, lo que no se mide, es imposible de mejorar, si es que se quiere.

Con una preparación insuficiente, es difícil que nuestras generaciones de jóvenes puedan competir dignamente en este mundo globalizado. Hay excepciones de talentos sobresalientes, pero son eso, casos aislados que, en no pocos casos, emigran al extranjero por falta de apoyo y oportunidades.

Para agravar la situación, en México la Ciencia y Tecnología no reciben el apoyo gubernamental que deberían. El porcentaje que se destina a tan fundamentales áreas ronda apenas el 0.38% del PIB, cuando el promedio de la OCDE –al que pertenece nuestro país- se ubica en 2.4%. La brecha explica por qué la nación es dependiente de otras tecnologías y en numerosos casos es simplemente un maquilador. Consecuencia del grave rezago derivado de un sistema educativo estatal precario, subordinado a intereses diversos de líderes de los profesores y al evidente desinterés oficial.

Una muestra de lo politizada que está la educación pública en México es la imposición de cualquier leal como secretario de Educación Pública. No importa que no posean ni la preparación, ni la capacidad para ello, lo importante, como hoy lo exige el presidente a sus prosélitos, es tener 10% de experiencia, pero 90% de lealtad. La SEP es un botín político, un premio del presidente en turno para los leales y aduladores. Ello explica que la figura de José Vasconcelos se agigante cada día.

Que el gobierno deje de aplicar la prueba PISA será un desatino garrafal. Si lo que se pretende con ello es tapar el sol con un dedo, es una utopía. Los resultados del estudio deben servir en sentido estricto para corregir lo que se deba en materia educativa que, en el caso de México, es mucho e impostergable. Apoyar decididamente a la ciencia no da votos ni relumbrón al gobierno, pero en definitiva coloca al país en la ruta correcta hacia el anhelado desarrollo y bienestar social.

@BTU15   

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