Benjamín TORRES UBALLE
En medio de la barbarie que arrolla a los mexicanos, han surgido voces conocidas que luego de haber entregado cándidamente su voto a Morena en las elecciones presidenciales, hoy se sienten decepcionados de la autollamada “cuarta transformación”. El descontento de tales ciudadanos, dedicados en su mayoría a la actuación, no tardó en hacerse pública. Los errores gubernamentales han sido groseros y monumentales, así lo expresaron varios famosos vía las benditas redes sociales.
Bastaron sólo unos días luego de que AMLO tomara posesión, para que se presentaran las primeras inconformidades provenientes de miembros del mundo del espectáculo. Otrora apoyadores recalcitrantes de AMLO -como Daniel Giménez Cacho-, quienes ante los recortes en el presupuesto de Cultura fustigaron sin piedad la decisión del nuevo gobierno. El nacido en España se refirió así al mandatario:
“No la conoce [la cultura], no va al teatro ni va al cine. No es una actividad de su vida ni la entiende”. Aunque Giménez Cacho posteriormente se disculpó por sus palabras, ahí quedan.
La semana pasada, al conocerse la masacre en contra de la familia LeBarón, Gael García Bernal, explotó vía Twitter en contra del presidente Andrés Manuel López Obrador y su administración:
“Si no cambia el gobierno y @lopezobrador_ de narrativa para asumir sus responsabilidades ¿Para qué chingados votamos por ustedes? Más vale que asuman por completo su responsabilidad y hagan lo imposible para que esto no suceda más. Que se vuelva su mantra y su objetivo”.
Un fuerte reclamo al mandatario de parte de uno de sus seguidores más fervientes, quien, junto al otro talentoso “charolastra”, Diego Luna, apoyó y celebró la arrolladora victoria del tabasqueño en las urnas, lo cual no fue impedimento para que arremetiera, como cualquier ciudadano, en contra de la actual gestión por la falta de resultados positivos en materia de seguridad.
Pero no ha sido el único integrante de la farándula que ha manifestado sin ambages su frustración respecto a López Obrador; recordamos a la señora Susana Zabaleta quien en junio pasado, respondiendo al periodista Sergio Sarmiento, tuiteó:
“Mi querido @SergioSarmiento, tristemente sí me equivoqué. Perdón por mi estúpida esperanza y por pensar en un México que todos queríamos; lo sé, es decepcionante…”
También la actriz Patricia Navidad se unió a quienes están en franco desacuerdo con la manera en que el presidente de la República está dirigiendo al país:
“Con cariño y respeto les informo que lamentablemente mis ideales y convicciones dejaron de coincidir en gran parte con lo que éste gobierno, está llevando a cabo, en ocasiones haciendo lo contrario a lo que se dijo durante la campaña…”, posteó la sinaloense el 22 de junio último.
Recientemente, el actor Joaquín Cosío, hizo blanco de su ironía al titular del Ejecutivo, quien el mismo día 6 del mes en curso, fecha de los asesinatos de los LeBarón, presumió en redes sociales la visita a Palacio Nacional del extraordinario pitcher mexicano, José Luis Urquidy.
“Sr. Presidente! Sr. Presidente! No olvide que hace unas horas mataron a 3 mujeres y a 6 NIÑOS! Si! A 6 niños! Como? Cosas más importantes? Ah claro! Disculpe Sr. Presidente!”, escribió Cosío.
Los anteriores casos son únicamente algunos de varios tomados al azar, los cuales cobran relevancia cuando la aprobación presidencial parece haber llegado a un punto de quiebre y a partir del desastroso operativo fallido en Culiacán ha venido en descenso. Según la encuestadora Consulta Mitofsky de Roy Campos, quien elabora diariamente un ejercicio estadístico sobre la gestión del presidente Andrés Manuel López Obrador, la aprobación ha entrado en una caída continúa desde hace poco menos de un mes, donde se ubicaba en 64, para caer a 59.8 el viernes reciente.
Muchas son las interpretaciones que se pueden generar por todo lo anterior, no obstante, la realidad es que aquellos que se están arrepintiendo por el sufragio a favor de López Obrador parecen aumentar conforme pasa el tiempo y la violencia sigue a la alza, la economía se deteriora, el desempleo se agudiza, la polarización social se reafirma todos los días, el Ejército da señales de inconformidad con ciertas políticas emanadas de Palacio Nacional y Estados Unidos presiona y amenaza al gobierno morenista que de modo sumiso obedece sin chistar.
Cierto que 59.8 de aprobación (tres de cada cinco encuestados lo avala) representa un capital político relevante que permite al Ejecutivo maniobrar con cierta holgura, sin embargo, de acuerdo a los datos del estudio demoscópico referido, la tendencia es claramente a la baja y pareciera que no habrá, al menos en el futuro cercano, decisiones que puedan revertirla.
Si el presidente permanece inamovible en su afán de concretar proyectos en los que no existe un consenso social, sino por el contrario, hay resistencia de sectores de la población y mucha opacidad en la viabilidad de los mismos, nada bueno puede vislumbrarse para el huésped de Palacio, menos, si el país sigue desangrándose a cada instante por la violencia infernal y la intolerancia hacia la crítica se intenta acallar con descalificaciones, amenazas y las pandillas de bots oficialistas.
No resta sino ubicarnos en la misma frecuencia religiosa de López Obrador y exclamar que, el reino de los cielos es de los arrepentidos. Así que no todo es malo, señores y señoras arrepentidas.
STATU QUO.
El pueblo boliviano, hartado de un presidente demagogo y populista, lo echó del poder. Evo Morales pretendía, mediante el fraude electoral, perpetuarse en el poder. Su obstinación fue derribada por las protestas sociales y, finalmente, por el ultimátum del Ejército. Ojalá sirva de lección a otros nefastos mandatarios en América que se resisten a respetar las reglas democráticas.
@BTU15