ANDARES POLÍTICOS: Monarquías: la frivolidad en el siglo XXI

Benjamín TORRES UBALLE

La noticia dominante a nivel mundial en estos días, es la muerte de la reina Isabel II. A los 96 años de edad y luego de haber reinado durante 7 décadas, la soberana falleció el jueves último dejando al Reino Unido en un shock profundo.

Tanto los medios de comunicación electrónicos, que han dedicado miles de horas a cubrir la noticia, como los impresos que no escatimaron millares de páginas para tal objeto, hallaron el tema adecuado para atraer a la audiencia. En las redes sociales abundó información de toda clase, desde la exacta, pasando por la sensacionalista, la rica en fake news, hasta llegar a los infaltables memes.

En el caso de México, la gente gusta de estas noticias, pero también se hastía pronto de ellas por la saturación en que incurren las televisoras, radio y sitios de internet. Los estratos sociales tienen diversos intereses y preocupaciones. Los 56 millones de pobres que hay en el país están más interesados en cómo llevar alimentos a la mesa familiar y cómo pagar los servicios de casa que mirar en el televisor los “estrictos protocolos” que siguen al deceso de la reina Isabel II.

No se diga de la pujante y vigorosa clase media –considerada por el presidente como aspiracionista y egoísta-, el motor de la economía en el país. Para este sector de la sociedad, tradicionalmente con mayores niveles de escolaridad y altos niveles de interés en la política, existe también la preocupación de pagar la hipoteca del departamento, casa, la mensualidad del auto, las colegiaturas escolares, la atención médica e impuestos, por mencionar sólo algunas de ellas.

Quizá por factores tan importantes, a la gente de a pie poco o nada le afecta el oropel que rodea el deceso de la popular reina de Inglaterra. Aunque esto es materia que únicamente concierne a los ingleses, hace tiempo que los reinados del mundo están en la mirada mundial por la ostentación en la que viven esas “majestades”, junto con sus familias, y la vasta frivolidad que se desprende de ello.

La humanidad vive tiempos en extremo turbulentos.  Hay más hambre en el mundo. Las migraciones de quienes huyen de la hambruna, pobreza y violencia es, desde hace mucho tiempo, un desesperado grito de alarma a las naciones ricas, muchas de las cuales explotaron durante siglos a países y colonias. África es quizá el ejemplo más representativo de ese abuso y saqueo.

Cada vez es mayor la desigualdad entre las naciones desarrolladas y las regiones que están sumidas en el atraso. Haití es una pequeña muestra de ello. Es increíble que en pleno siglo XXI haya niños muriendo por falta de alimentos, de atención médica y vacunas. Gente que fallece por enfermedades gastrointestinales debido a la carencia de agua potable. Parece un infierno y lo es para millones de seres humanos en el planeta. En los últimos dos años, desde que inició la pandemia por Covid-19, se acentuó la brecha de la desigualdad; lo vimos en la disposición de las vacunas.

Resulta válido entonces, preguntar si la existencia de las monarquías se justifica en pleno siglo XXI. Debe, asimismo, cuestionar desde una óptica moral, ética, económica y social si derrochar millones en sostener figura “reales” es argumento correcto en un mundo marcado por guerras –bélicas y comerciales-, enormes carencias, catástrofe climática, guerras innecesarias y miseria rampante.

Si bien, reiteramos, mantener a reyes y reinas es un asunto de cada nación, existe una responsabilidad hacia el resto de los países en el mundo. Tanta es la globalización, que lo ocurrido en una región, por pequeña que sea, afecta en mayor o menor grado a la comunidad internacional.

Mucho ayudaría que los recursos destinados a mantener el “ensueño” de tantos tronos se canalizaran a satisfacer necesidades verdaderamente importantes de quienes languidecen por la carencia de alimentos, principalmente, y se aventuran, debido a esa necesidad, a cruzar mares y desiertos aunque en el intento muchos de ellos pierdan la vida. El Mediterráneo ha cobrado muchas vidas de ciudadanos africanos y en los desiertos de Estados Unidos otras tantas de latinos han sido devoradas. Todos escapaban de la aniquilante pobreza, violencia y falta de oportunidades en sus respectivos países. Ahí es donde urge la solidaridad y recursos de las naciones monárquicas.

¿Qué sucedería si un buen día la humanidad no viese reyes o reinas? ¿Se terminaría el mundo? ¿Se alteraría drásticamente el orden mundial? ¿Las bolsas de valores se desplomarían? ¿El mundo entraría en caos? Nada de esto. Entonces, con perdón de los ingleses, no hay motivos para seguir con tanta frivolidad y tanta idolatría. Ya bastante tenemos con las estúpidas guerras, abominables autócratas y tantos dementes ejerciendo y abusando del poder en detrimento de los pueblos.

STATU QUO

Finalmente se dio la ruptura total entre el presidente López Obrador y Ricardo Monreal, coordinador de los senadores morenistas y presidente de la Jucopo. Los agravios del mandatario hacia el zacatecano subieron de tono luego de que éste fortaleciera su control en la Cámara alta y se abstuviera de votar en el tema de la Guardia Nacional. Otra vez le ganó el hígado al tabasqueño.   

@BTU15     

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