Benjamín TORRES UBALLE
Si no cumples tus promesas nunca serás un líder, solía decir Shimon Peres, exprimer ministro y expresidente de Israel. En efecto, quien incumple lo ofrecido es sencillamente un vulgar mentiroso cuyos fines aviesos usualmente se esconden en una mente perversa y patológicamente peligrosa.
En política hay muchos embusteros, es una praxis común. Varios de ellos, no obstante, muy hábiles en el arte de la falacia. La capacidad para engañar a ingenuos ha sido una constante en la historia universal. Pero hace tiempo se refinaron y los métodos para manipular a la población cambiaron. Hoy abundan políticos cuyas quiméricas promesas deslumbran y convencen a determinados sectores sociales ávidos de que sean satisfechas sus necesidades básicas de economía, seguridad, salud y educación. Lucran con las apremiantes necesidades de la gente.
Así vemos enquistados en el poder a sujetos tan malignos como Nicolás Maduro en Venezuela; a la dinastía Castro, vía su títere Miguel Díaz-Canel, en Cuba y a Daniel Ortega en Nicaragua, sólo por citar tres casos en América. Llegaron al poder muy modositos y serviles para luego, muy pronto, mostrar su verdadero rostro de autoritarismo, represión, populismo, incapacidad y demagogia que destruye sin dilación la democracia. Además del pernicioso objetivo de eternizarse en el poderío.
Sin embargo, debe reconocérseles a esos personajes la “habilidad” de vender utopías a los electores; a sus clientelas electorales. Ahí radica la destreza para hacerse del poder y difícilmente soltarlo. Y a una mentira sigue una extensa cadena de embustes más. Así es como personajes tan siniestros logran permanecer de inicio en el poder: engaño tras engaño para intentar justificar el sistemático incumplimiento de las promesas que usualmente se hacen en campañas electorales.
México no está exento de las mentiras presidenciales. Durante sexenios los ciudadanos han padecido esa calamidad. Priistas, panistas y ahora los morenistas dan clases de ello. Digamos que quienes han ostentado la Presidencia son embusteros profesionales. Nadie escapa a ello. De manera que tampoco nadie puede lanzar la primera piedra. Si al menos hubiesen cumplido una mínima parte de las ofertas prometidas, nuestra nación estaría en el primer mundo.
Recordemos, a manera de ejercicio, que Andrés Manuel López Obrador prometió en campaña regresar al Ejército a sus cuarteles. No lo hizo, por el contrario, fortaleció a las fuerzas armadas en las calles y les ha dado prácticamente todo. Una ancestral forma de comprar lealtades cuando no se tiene ni la confianza ni la certeza de que la población sea el sostén democrático de un gobierno que no las tiene todas consigo aunque en el rústico discurso oficial se afirme lo contrario.
Otra de las ofertas incumplidas por el hoy mandatario, es la de un crecimiento anual del 4%. Más aún, precisó que esto significaba el doble de lo que se lograba en el periodo neoliberal. Los resultados están a la vista y dicha cifra no ha sido lograda. Aquí puede ser un atenuante la pandemia de Covid-19 que paralizó la economía y hoy no ha retornado a su nivel prepandémico, no obstante el exiguo e insuficiente desarrollo del PIB se dio desde el primer año de la gestión Obradorista.
Una promesa que tampoco se ha llevado a cabo es terminar con la corrupción e impunidad. Ninguna de las dos cosas se ha erradicado. Durante el sexenio se han documentado diversas corruptelas cometidas por funcionarios pertenecientes a la autollamada 4T; incluso, familiares del señor presidente han estado en el ojo del huracán por conductas consideradas como “inadecuadas”.
La impunidad no se ha terminado, como se ofreció. La muestra más terrible y dolorosa son los feminicidios donde la impunidad, de tan alta, favorece la reincidencia. Se estima que en el país se cometen a diario entre 10 y 12 asesinatos de mujeres por el mero hecho de serlo. Poco o nada ha hecho el gobierno por solucionar el gravísimo problema. La impunidad campea sin obstáculos.
Se han de agregar las masacres y ejecuciones en la vasta e ignominiosa relación de impunidad. También las desapariciones forzosas. Inclusive las tantas fosas clandestinas que decenas de buscadoras se encargan de hallar; un trabajo que deberían ejecutar las autoridades respectivas.
Desde luego que no puede excluirse de las promesas no cumplidas la venta del avión presidencial. Un hecho que el mismo titular del Ejecutivo convirtió en un vodevil del que todos se ríen. Y cómo no, si se realizó una rifa del avión mencionado sin que estuviese de por medio la entrega física de la aeronave. Total, una auténtica chunga en la que también ha fallado el señor presidente de México.
Cuando está próximo a terminar su cuarto año de gestión, López Obrador tampoco ha consumado el ofrecimiento de contar con un sistema de salud público como el de Dinamarca o Canadá. Total, que el tabasqueño no ha cumplido con sus promesas. Está en deuda con su pueblo “bueno y sabio”.
STATU QUO
Una y otra vez presumen que no son iguales, pero a la luz de los hechos son peores. Nada más hay que ver como se comportaron en las elecciones internas de Morena. Simulación, acarreo, destrucción de urnas y condicionamiento del voto. Superaron con creces a su maestro: el PRI.
@BTU15