Benjamín TORRES UBALLE
“Y lo digo con todo respeto, presidente, porque usted aquí ha denostado, ha estigmatizado periodistas, casi todos los días se dedica a eso”. Las palabras resonaron en el Salón Tesorería de Palacio Nacional el pasado jueves durante la sesión de preguntas y respuestas al final de la acostumbrada conferencia matutina de Andrés Manuel López Obrador, el mandatario mexicano.
La “atrevida” reportera que fustigó de manera pública ante otros medios de comunicación –y varios paleros pseudoperiodistas- a López Obrador, se llama Reyna Haydee Ramírez; en su perfil de Twitter se describe como reportera independiente de Sonora. Se deduce entonces que no forma parte de la vergonzosa plantilla manejada en Palacio para hacer preguntas a modo al Ejecutivo.
“Si hubiera democracia, no se reservarían lugares para unos reporteros. Usted le daría— todos aquí, son 20 espacios— usted le daría la palabra, todos tendríamos derecho una vez a la semana de hablar; pero no, porque usted prefiere las alabanzas, presidente, y discúlpeme que se lo diga”.
AMLO escuchó atento el largo reclamo de la periodista sonorense. El gesto adusto mostraba la incomodidad del tabasqueño. Una queja que no pudo atajar Jesús Ramírez Cuevas -el coordinador de Comunicación Social; vocero del Gobierno- y se salió del script montado cada mañana en la propaganda palatina, mientras la quejosa continuaba con la retahíla de reclamos al presidente.
“Usted dice también que no se violan derechos humanos en este gobierno. Por supuesto que se violan. El derecho a la justicia es un derecho humano”. Le espetó la comunicadora al titular del Ejecutivo. Se percibía en esos momentos un tenso silencio de los presentes. La mayoría de los periodistas que cubren la “mañanera” –los de verdad y los caricaturescos remedos- guardaron respetuoso silencio, excepto un “palero” al que Reyna Haydee puso de inmediato en su lugar.
López Obrador salvó el escollo gracias a las tablas que tiene en el manejo de momentos difíciles y la reconocida habilidad para salirse por la tangente. La víctima, sin embargo, no fue AMLO, sino el servicial Ramírez Cuevas que fue exhibido por la “disidente” y permitió que la sonorense sentara en el banquillo de los acusados al jefe del Estado frente a la opinión pública que no tardó en mofarse.
Desde luego que las protestas y críticas de Haydee Ramírez no van a cambiar absolutamente nada de lo expuesto por ella ante el Presidente, excepto que le permitirán el paso todos los días a las mañaneras, al menos eso instruyó el huésped de Palacio. Lo rescatable de la “escaramuza” en comento, es que se le permitió hablar durante muchos minutos a la reportera y que el mandatario tuvo la cortesía de no interrumpirla; no sabemos si por educación o por falta de argumentos firmes.
Pero más allá del bochornoso “incidente” que aguantó a pie firme López Obrador, el fondo del asunto es que cada vez hay más personas que no dudan en confrontar al presidente de la República. Próximo a concluir su cuarto año de gobierno, el fundador y máxima autoridad en Morena pierde irremediablemente poder. Le sucede a cualquier mandatario, es consecuencia del desgaste normal por ejercerlo y por los yerros en las decisiones adoptadas; también por la presión de adversarios.
En el mismo tenor de críticas abiertas, cobro notoriedad que el pasado 4 de julio, El Ejército llamó a cuentas al general en retiro, Mauricio Ávila Medina, quien ha sido muy crítico con la estrategia de seguridad implementada por el presidente de la República. Es decir, otra voz disidente, en otro sector de la sociedad que sin ambages y de manera también pública, critica al señor mandatario.
Hace tiempo el temor se ha ido diluyendo. Vemos actos que antes eran impensables. Una muestra más son algunas resoluciones del Poder Judicial que van en contra de los intereses políticos del propio López Obrador. Diversos amparos concedidos así lo exhiben. Por ejemplo, en el caso del controvertido proyecto del Tren Maya y la Reforma Eléctrica, por mencionar un par de ellos.
La presión es intensa hacia el tabasqueño y resultados que afectan de manera grave a la población contribuyen a que aumente. El terrible incremento de precios en alimentos y otros productos, llevó la inflación hasta 8.16% anual, una cifra no vista desde el año 2001. A la mayoría de la gente, en especial a la más vulnerable, no le alcanza el dinero para para lo básico y eso produce enorme irritación social. Ni los programas sociales del Gobierno ayudan a medio paliar el hambre.
Quizá por eso el jefe del Estado mexicano se ve presionado, sabe que un “pueblo bueno y sabio” pero hambriento puede terminar con cualquier régimen. Y si a ello se le suma la interminable seguridad y violencia, el balance resulta negativo. En el horizonte se vislumbra más desgaste al liderazgo de Andrés Manuel López Obrador. Debe agradecer que en el país no se ve oposición real.
STATU QUO
Las “corcholatas” de AMLO están desatadas en plena campaña. Sus actividades como funcionarios pasaron a segundo término. Es el México donde van por delante los intereses personales y políticos.
@BTU15