CRÓNICA POLÍTICA: ¿AMLO en verdad se retira de su reino? 

Rosy RAMALES

Cuántos sentimientos invaden a Andrés Manuel López Obrador en las últimas horas del ocaso de su mandato como Presidente de la República; el primero de la izquierda mexicana y de un partido político (Morena) con apenas cuatro años de haber obtenido el registro nacional cuando él ganó la elección del 2018.

Han de ser infinidad de sentimientos y emociones; incluso, encontrados.

En los últimos días, se ha visto a un AMLO contento con las acciones realizadas por su gobierno, aunque parte de la ciudadanía se encuentre desilusionada sobre todo por sus reformas constitucionales y por la falta de respaldo a la iniciativa privada media. 

Pero también se le ha percibido triste, ansioso, preocupado, por cómo deja al país; por lo que pudo haber hecho y no hizo (porque no pudo, no quiso o no le dio tiempo), pero en especial por la suerte de su sucesora, Claudia Sheinbaum Pardo, a quien le deja un México con un proyecto transexenal lopezobradorista.

Es lo que llaman “continuidad”, a la cual quien sabe si la Presidenta de México pueda imprimir el “sello propio” prometido en la campaña. Por ahora, tiene el beneficio de la duda. Aunque la falta de invitación al Rey de España suena a sello tabasqueño.

Preocupado también por la suerte de Morena, partido que fundó primero como movimiento político social; un traje a la medida para postularse como candidato presidencial en el 2018 tras dos fracasos vía PRD en coalición con otros partidos. 

Se ve un López Obrador despidiéndose en cada acto público en los últimos días de su sexenio, como cuando alguien se despide de este mundo, no solo de un cargo: ‘Se cuidan’, ‘se portan bien’, ‘les encargo a Claudia y a Morena’, ‘no hagan travesuras’.

Al menos así se le percibió mediante su carta difundida este jueves en redes sociales, en la cual se despide:

“Amigas y amigos de Morena, me retiro de la política, de la vida pública y de la militancia partidaria con un enorme agradecimiento al pueblo y en particular a ustedes, mis compañeras y compañeros, que con tanta convicción me sostuvieron y me ayudaron como dirigente y gobernante.”

Y recomienda:

Les pido que la acompañen (a Sheinbaum) en esta difícil tarea de gobernar, con la misma lealtad, con el mismo cariño y con el mismo entusiasmo que tuvieron para conmigo…”

“Mi tarea está por conclulr…, pero este gran partido tiene mucho camino por delante. Antepongan siempre el interés de México y las necesidades de la gente a los afanes y las rencillas personales. (…) Mantengan siempre la unidad, la humildad y la honestidad. No permitan que los antiguos vicios y perversidades de la política florezcan en nuestras filas. Eviten la prepotencia, la búsqueda del poder por el poder, la soberbia, la corrupción, el nepotismo y el sectarismo. No roben, no mientan, no traicionen nunca al pueblo y sigan construyendo la nación soberana, democrática, justa, libre y amorosa que imaginamos cuando empezamos nuestro caminar.”

Una carta para conmoverse hasta las lágrimas. Primero por la carga de sentimientos e idealismo, luego porque desde el arribo de AMLO a la Presidencia de México, las y los morenistas (con sus honrosas excepciones) solamente buscan el poder por el poder, máxime la sarta de ex priistas y ex panistas que se mudaron a Morena en busca de un cargo de elección popular cambalacheando traición por impunidad.

Quien sabe si en verdad AMLO recomienda a la militancia portarse bien y cuidar del partido, o solamente sean palabras vanas sin importarle la suerte de Morena y del país. Total, el partido ya fue el instrumento para su llegada a la Presidencia de México y para dejar sucesora que le cuide las espaldas. 

Lo que suceda del 1º de octubre en adelante ya será cosa de Sheinbaum y de Luisa María Alcalde como presidenta del Comité Ejecutivo Nacional de Morena. 

¿Y el destino de Andy? 

Tal vez AMLO dice retirarse de la política, de la vida pública y de la militancia partidaria porque ve en Andrés Manuel López Beltrán a su sucesor político y sucesor de Claudia en la Presidencia de México.

Por lo mismo no es creíble que a partir del 1º de octubre AMLO desaparezca de la vida pública y partidaria, al menos de ésta. Quizá prescinda de los reflectores, pero no de influir en las decisiones políticas del país y de Morena, precisamente por el destino de Andy.

Además, nadie deja al garete de un día para otro lo que le llevó más de 12 años construir. Sería como dejar el paraíso de Mufasa en manos de las hienas de la película del Rey León, y éste quiere heredar el reino a su cachorro Simba. 

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rosyrama@hotmail.com

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