Rosy RAMALES
Lo comentamos en la columna anterior, el gobierno de Salomón Jara Cruz mediante el funcionariado de la Mesa de Seguridad prepara una estrategia en la materia para combatir uno de los principales problemas en la entidad oaxaqueña: La inseguridad.
Esa estrategia se llamará “transformación de la seguridad pública”. Algo así. Y consistirá, grosso modo, en modificar el sistema de seguridad que no ha tenido cambios desde hace 15 años. Para éste se prevén reformas al andamiaje jurídico, la creación de un C-5, adquisición de patrullas y dotación de armamento a las policías, y aumento de salario.
Y entre los diversos aspectos, se prevé también la renovación de la policía retirando a los elementos que ya dieron todo en el servicio, pero con un retiro digno, pues el gobierno dará un seguro que les permita vivir con un ingreso decoroso como pensionados.
Los nuevos elementos serán capacitados para formar una policía profesional.
Suena bien.
La estrategia la prepara el funcionariado de la Mesa de Seguridad, principalmente los secretarios de Seguridad Pública, Iván García Álvarez, y el de Gobierno, Jesús Romero López, así como la titular del secretariado Ejecutivo del Sistema Estatal de Seguridad Pública, Karina Barón Ortiz.
En el diseño de la estrategia también participa el Fiscal General, Bernardo Rodríguez Alamilla, y el Congreso Local liderado por Alfonso Silva Romo, donde se concretarán las reformas. A la Fiscalía le corresponde la investigación de los delitos, pero como el tema de justicia de algún modo se relaciona con la seguridad (sobre todo en la percepción pública), tal vez las iniciativas recientemente presentadas por el Fiscal tengan que ver con esa estrategia porque tienden a unificar el trabajo de inteligencia.
La creación de un C-5 tendría un objetivo similar: Reforzar el trabajo de inteligencia de la seguridad pública. Para que no se le escape nada al capitán Iván García, de quien dicen está destinado a dar resultados porque además “no tiene aspiraciones políticas”, lo cual es garantía de trabajo al cien por ciento.
Pues sí, cuando las dependencias las presiden técnicos sin aspiraciones políticas, siempre hay mejores resultados. Ojalá que en este caso así sea y no se vea al capitán al final del sexenio haciendo proselitismo en las colonias populares como ocurrió con otro capitán en la administración anterior.
La inseguridad es uno de los principales problemas en la entidad oaxaqueña, sino es que el principal. Y se concentra en 25 municipios que tienen la mayor población. En realidad son pocos en comparación al universo de 570. Pero con 25 sobran y bastan para poner en jaque la entidad completa.
Algo tendrán que idear en la estrategia de seguridad para obligar a los gobiernos municipales a mejorar su sistema en la materia, empezando por profesionalizar a la policía municipal y siguiendo por disminuir los antros de vicio con licencia para funcionar las 24 horas del día, muchos de los cuales se localizan en el centro de las poblaciones y en calles destinadas a casa habitación.
En fin, son tantos los problemas en la entidad, que un sexenio será insuficiente para transformar el rostro de la seguridad pública. Pero el gobierno de Salomón Jara lo intentará.
LA CRISIS EN EL IEEPCO

Envuelto en egos personales, celos profesionales, ambiciones, divisionismo, grupismo, el Instituto Estatal Electoral y de Participación Ciudadana de Oaxaca (IEEPCO) hizo crisis la semana pasada como nunca en sus alrededor de 30 años, lapso en el cual siempre existió el choque de trenes pero jamás al grado de suspender a la persona en la presidencia.
En su nacimiento como Instituto Estatal Electoral el choque de intereses se generaba entre el presidente y directores, principalmente el general que tenía poderosas facultades; consejeros y representantes partidistas se agrupaban en torno a alguno de los dos bandos.
Con las reformas electorales desaparece la dirección general, entonces el conflicto se da entre el presidente y consejerías que empiezan a actuar de manera permanente con oficina y personal ex profeso, e integran comisiones; antes solo asistían a sesiones y reuniones de trabajo para analizar los proyectos de acuerdo previo a someterlos a votación.
Curiosamente todo era armonía interna cuando funcionaba como Comisión Electoral, cuya presidencia recaía en el Secretario General de Gobierno y las consejerías eran designadas por la Cámara de Diputados. Entonces, el mayor sobresalto en el órgano electoral ocurría por el reclamo de la oposición, por cierto, una oposición combativa, pero también constructiva; con argumentos y capacidad de debate. Muy distinta a la de ahora.
En ese contexto cabe decir que la lucha por el poder interno ha sido uno de los factores del choque de trenes en el Instituto Electoral oaxaqueño; el otro es el manejo del presupuesto. Y éste, es el fin del primero. Amén del interés del poder político o de grupos por controlar al árbitro electoral.
Factores que hicieron crisis en el actual IEEPCO.
Y se veía venir desde la renuncia de Monivet Shaley López García de la Secretaría Ejecutiva. Hasta donde se sabe, ella se opuso a manejos discrecionales, por lo cual prácticamente fue vetada por la consejera presidenta Elizabeth Sánchez González, ahora suspendida por la propia Contraloría interna, con cuyo titular, Salvador Alejandro Cruz Rodríguez, también tiene diferencias.
Sánchez González niega rotundamente haber incurrido en desvío de recursos, lo cual tendrá que probar en las instancias competentes. Y considera que la acusación es más bien un tema político. Es probable. Pero ella se colocó en situación propicia. Caso contrario, la Contraloría no habría tenido elementos para proceder en su contra, independientemente de que se diga que esta instancia interna carece de facultades para sancionarla.
En realidad la Contraloría no la sancionó, solo dictó una medida cautelar. Corresponderá al Tribunal de Justicia Administrativa y Combate a la Corrupción juzgar sus acciones u omisiones, y en todo caso toca al INE sancionar con la remoción. La consejera presidenta se encuentra en estos momentos en una etapa de investigación y comprobación, por decirlo de algún modo; puede volver a su función cuando la instancia competente resuelva el caso y resuelva a su favor.
Cosa que parece compleja. Más bien interna y externamente van por su remoción. Y no tanto por irregularidades administrativas, sino porque la consejera presidenta perdió la interlocución con consejeros, consejeras, con representaciones partidistas y parte del funcionariado del IEEPCO.
Dicen que al final solamente el consejero Wilfrido Almaraz estaba de su lado, porque también lastimó la confianza que le había dispensado la consejera Jessica Jazibe Hernández, a quien acusó de algo relacionado con sistemas normativos indígenas. Y que hasta la secretaria ejecutiva, Iliana Aracely Hernández Gómez, le habría dado la espalda porque la consejera presidenta traía intenciones de quitarla para nombrar a Miguel Ángel García Onofre, actual director ejecutivo de Partidos Políticos, quien presidió dos años el OPL de Puebla y no salió con honores.
Vaya usted a saber qué hay de cierto. Lo que sí, en la sesión donde el pleno del Consejo General designó por unanimidad al consejero Alejandro Carrasco Sampedro como presidente provisional, nadie metió las manos al fuego por Sánchez González, solamente hicieron votos porque pronto se resuelva el caso administrativo.
Una elección por unanimidad quién sabe si porque nadie quiso respaldar a alguien del grupo de la consejera presidenta o porque consejeras y consejeros realmente quisieron mandar un mensaje de unidad del Consejo General y de que el conflicto interno no afecta el proceso electoral local en marcha.
Como sea, Alejandro Carrasco reunió los consensos y en su primer mensaje se vio mesurado, centrado, conciliador.
Si fuese un mensaje de unidad, puede que haya llegado tardíamente. Porque la crisis tiene ensombrecido al IEEPCO en pleno proceso electoral y de la cual no es solo responsable la consejera presidenta, cuyas presuntas irregularidades administrativas abonaron a la misma, pero de la crisis son responsables la mayoría de las consejerías, sino es que todas.
Como bien dijo alguien en redes sociales, en el IEEPCO se da una lucha de egos. Nada más hay que ver las sesiones para darse cuenta como aflora el ánimo de hacerse notar, cómo se disputan el lugar de la consejería sabionda, cómo se tiran de indirectas bien directas. Y si esto ocurre públicamente, qué no pasará en lo interno.
El IEEPCO necesita una transfusión completa.
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