Rosy RAMALES
La presidenta Claudia Sheinbaum Pardo apenas había dado unos pasos de regreso a su lugar en el presídium tras pronunciar su mensaje en el acto inaugural de la autopista Mitla-Tehuantepec, cuando María Elena Ríos Ortiz alcanzó el micrófono del estrado para denunciar la supuesta liberación de su agresor Juan Antonio Vera Carrizal.
A zancadas se le vio llegar al atril, en cuyo frente se leía: “Gobierno de México”. Llegó por los escalones. Venía de la zona de invitados especiales, donde se sentaron legisladores locales y federales, así como servidores públicos; la zona más cercana al estrado, el cual la saxofonista alcanzó sin ningún obstáculo, sin que nadie hiciera el menor intento de impedirle el paso.
Así, con gran facilidad, María Elena burló la seguridad presidencial, salvo que ésta le haya permitido el paso de mutuo propio o con autorización de la persona responsable de la seguridad de la Presidenta de México o de alguien más. Porque si bien el Estado Mayor ya no existe, sí debe existir un equipo encargado de cuidar la vida e integridad física de Claudia Sheinbaum.
Las actividades de la persona titular del Ejecutivo Federal son escrupulosamente cuidadas. Hay estrictos protocolos. Incluso, templete y micrófonos son revisados una y otra vez. El público se puede acercar hasta determinada distancia, siempre bajo la vigilancia de la seguridad presidencial. Por eso llenan de vallas metálicas el área.
¿O la Presidenta no tiene seguridad? ¿O el protocolo ya es distinto?
Dicen que tal vez María Elena accedió a la zona de invitados en su calidad de diputada federal suplente por Morena, aunque a las actividades presidenciales generalmente se invita a propietarios (as), cuando se les invita. Quién sabe si entró como activista o alguien la metió o le consiguió una acreditación.
Nadie entra a un acto presidencial, menos en zona privilegiada, si no es con pase, ya sea acreditación personal o de grupo, los cuales siempre tienen un responsable.
Aun teniendo acreditación, nadie se sube al estrado sin autorización y menos para protestar, aunque no sea en contra de la Presidenta. El público puede ejercer su derecho a la libre expresión, como lo hicieron desde sus asientos personas pidiendo “terapias completas” mediante cartulinas que alzaron con ambas manos.
Pero eso de alcanzar el templete, tiene otras lecturas. De entrada, revela la fragilidad de la seguridad presidencial, a menos de que María Elena haya tenido autorización de “alguien” para poner en mal al gobernador Salomón Jara Cruz frente a la presidenta Sheinbaum, a sabiendas que la protesta opacaría el acto presidencial: La inauguración de la anhelada autopista Mitla-Tehuantepec.
Así como María Elena alcanzó el estrado tan fácilmente, pudo haber sido un maniático para atentar en contra de la presidenta Sheinbaum (tocamos madera).
¿Quién cuida a la Presidenta?
MARÍA ELENA
Tras alcanzar el atril presidencial, la saxofonista quejumbrosa dijo: “Presidenta, presidenta, soy María Elena Ríos. ¿Me recuerda? … Quiero decirle que me rindo, me rindo gobernador, usted y Juan Antonio vera Carrizal ganan; Juan Antonio Vera Carrizal no está en el hospital; las mujeres en Oaxaca no tenemos justicia…”
La presidenta Sheinbaum volteó la mira, moviendo la cabeza dijo recordarla, volvió sobre sus pasos hasta llegar cerca de la saxofonista a quien escuchó y hasta la tomó de la mano en un amable gesto. María Elena, junto con otra mujer, extendió una gran manta donde se plasmaba casi lo mismo que había dicho.
A principios de diciembre pasado, Juan Vera Carrizal fue internado en un hospital de la capital oaxaqueña, pero su salida del Centro Penitenciario de Tanivet Varonil no significa su libertad, sino se debió a complicaciones de salud que no podían ser atendidas en el reclusorio, dijeron las autoridades.
Desde entonces, María Elena ha buscado en hospitales al imputado, acusado de ser el autor intelectual del ataque con ácido que ella sufrió en septiembre de 2019.
Dice que no está. Pero tras la protesta de la saxofonista en el evento presidencial, medios de comunicación locales difundieron imágenes de Vera Carrizal hospitalizado. Y las autoridades competentes, así lo confirman.
La queja de María Elena es porque sospecha que su agresor fue liberado acusando de ello al gobernador Salomón Jara, lo cual suena ilógico cuando él respaldó a la saxofonista cuando en agosto pasado el juez José Gabriel Ramírez Montaño, adscrito al Tribunal Superior de Justicia de Oaxaca, exoneró a Vera Carrizal. Horas después, el mismo Tribunal anuló la boleta de libertad.
En la gira de la presidenta Sheinbaum por Oaxaca, otras mujeres también se le acercaron para pedir justicia, pero por agresiones de María Elena en contra de ellas. En su desesperación por ver en la cárcel a Vera Carrizal, la saxofonista se ha ido en contra hasta de mujeres con alguna relación familiar o de trabajo con el imputado. Incluso, en redes sociales circula un video donde a una mujer la desgreña y hasta la despoja de una prenda íntima.
Hay dos carpetas de investigación en contra de la saxofonista.
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