CRÓNICA POLÍTICA: La maldición muratista sobre los gobiernos de Oaxaca

Rosy RAMALES

Quien ha vivido en Oaxaca, sabe de qué se trata. La paz de la entidad, la estabilidad de los gobiernos, la suerte de partidos políticos, el destino de políticos, y hasta la carrera de los gobernadores han estado a merced de los Murat, especialmente de don José.

Diódoro Carrasco Altamirano, su antecesor en la gubernatura, no tuvo tregua en las hostilidades de José Murat, sobre todo en la proximidad de la sucesión, porque éste pretendía la candidatura; obtenerla era convertirse en el próximo gobernador, pues el PRI estaba en su mejor momento. 

El candidato de Diódoro Carrasco era José Antonio Estefan Garfias, economista de profesión y político de convicción. El tiempo lo ha dicho todo: Hubiese sido un buen gobernador, pero no tuvo la oportunidad porque José Murat se interpuso y consiguió la candidatura cuando ya todo estaba listo para el destape de Pepe Toño.

Diódoro concluyó su sexenio. Pero su sucesor, José Murat (ambos priistas en ese entonces) lo persiguió políticamente. Extrañamente, excolaboradores de Carrasco Altamirano, de los más cercanos en su gabinete, pidieron la expulsión de éste del PRI, pero él, adelantándose al resultado, sabiamente optó por renunciar a la militancia.

José Murat gobernó sin sombra alguna. Pero su sexenio no fue el mejor. Empezó una época de protestas cruentas, de un Palacio de Gobierno con las puertas cerradas (literal), de manifestaciones magisteriales que terminaban con acuerdos económicos con el gobierno.

José Murat dejó como sucesor a Ulises Ruiz Ortiz. Para entonces, el priismo local se había fisurado, porque había un candidato prácticamente natural: Aquiles López Sosa, quien, para mala suerte de Oaxaca, falleció en un accidente automovilístico la mañana del 03 de abril del 2003, el año del destape para las elecciones del 2004.

El primer año del sexenio de Ulises transcurrió sin sobresaltos, lo mismo que su ‘amistad’ con José Murat. Pero después ésta se rompió; dicen que el gobernador se negó a satisfacer peticiones económicas del ex gobernador; nada comprobado. Ruiz Ortiz enfrentó entonces embates por todos los flancos hasta llegar al movimiento del 2006, que empezó con un plantón magisterial al cual se sumaron organizaciones sociales. 

Ulises la libró, sin el respaldo de un gobierno federal en poder del PAN. Concluyó su mandato. Y no hace mucho (2021-2022), el PRI le inició un proceso de expulsión, pero él impugnó y terminó renunciando a las filas del Revolucionario Institucional, dirigido por Alito y donde José Murat lideraba la Fundación Colosio.

Ruiz Ortiz no pudo dejar sucesor. El PRI fue derrotado por la coalición PRD-PAN-PT-Convergencia con Gabino Cué Monteagudo como candidato a gobernador, en cuyo gabinete nombró a muratistas como Irma Piñeyro y Germán Espinoza, entre otros; ella en la Secretaría General de Gobierno y él en la dirección del Cobao. 

Gabino, el primer gobernador proveniente de partidos de oposición, aunque de origen priista, terminó mal; el magisterio radical intentó convulsionar la entidad luego de que el mandatario les quitó el control del IEEPO.

Y después de Cué, llegó Alejandro Murat Hinojosa, hijo de don José. En el 2016,  PRI lo hizo candidato valiéndose del derecho de sangre reconocido ex profeso en la Constitución local, porque no es nativo de Oaxaca, ni cumplía con la residencia.

Evidentemente, don José blindó a Alejandro, cuyo sexenio transcurrió tranquilo, pero sin grandes logros gubernamentales; sus obras quedaron inconclusas o con errores. Don José no se metió con el gobierno de su ‘cachorro’, porque además dicen que Ivette Morán no se lo permitió. Lo que sí, él decidía la suerte del PRI y de priistas; todos consultaban “al viejo” para todo, incluso para cargos en el gabinete. 

En fin, ahora gobierna Salomón Jara Cruz, el primero de la izquierda, el primero de Morena. Y llegó, no porque su antecesor hubiese entregado al PRI, sino porque la marca guinda traía una fuerza descomunal, Jara había construido su propio capital político y la presencia de AMLO arrasaba. 

Los dos primeros años del sexenio jarista transcurrieron sin sobresaltos. Pero el tercero se encuentra inmerso en vaivenes y golpeteos políticos, un tanto por desafortunadas decisiones del mandatario, otro tanto por un fuego cruzado con los ex gobernadores José y Alejandro Murat, quizá hasta con la suma de grupos morenistas contrarios a Jara Cruz, quien recientemente dejó entrever:

“No vamos a parar, porque ellos (los Murat) quieren un acuerdo en lo oscurito, y nosotros no vamos a acordar con nadie”. 

¿Dinero? ¿Posiciones en el gabinete? ¿La dirigencia estatal de Morena? ¿O qué? Porque no se van a conformar con un acuerdo publicitario para su medio nacional. 

En fin, pareciera como si sobre los gobiernos y políticos oaxaqueños cayera una maldición…la maldición muratista.

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rosyrama@hotmail.com


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