Rosy RAMALES
Ha terminado la máxima fiesta de oaxaqueños y oaxaqueñas: La Guelaguetza-2024. Y lució como nunca; con más color, más cultura, más tradición.
A propósito de tradición, más de tres personas se quedaron con cara de what –entre ellas, esta escribiente– con la presentación por primera vez de la delegación de Santa Lucía del Camino. No sabíamos que existiera un baile representativo de este municipio conurbado a la capital oaxaqueña, prácticamente cosmopolita. Tampoco habíamos visto su vestimenta regional.
Claro, es posible que cierta población de Santa Lucía del Camino conserve sus tradiciones, las cuales, según se apreció, son muy parecidas a las tradiciones del resto de las comunidades de los valles centrales, empezando por el Jarabe del Valle.
En fin, poco a poco se va ampliando el abanico de delegaciones. Ya ven, hace algunas Guelaguetzas también se presentó por primera vez la delegación de Santa María Huatulco, y hasta ese momento se supo de las tradiciones y bailes de este municipio, donde se localizan las paradisiacas Bahías de Huatulco y que por lo mismo se ha convertido en cosmopolita, aunque la cabecera y la mayoría de agencias conserva población lugareña.
Pregunta: ¿Qué no ahora es por etnia la participación de las delegaciones?
No obstante, no está mal la ampliación de las delegaciones a presentarse; todas tienen su encanto. Es más, hasta podría planearse un tercer Lunes del Cerro, porque siempre hay quienes se quedan con las ganas de asistir al primero o a la octava; aunque un tercer Lunes rompería con la originalidad.
¿O qué tal tres ediciones de los dos Lunes del Cerro igual los dos últimos lunes de julio? Que inicien a las 7 de la mañana, 1 y 6 de la tarde. Mmm, no, los tiempos estarían muy apretados.
En fin. La Guelaguetza en sí ha concluído con un cierre espectacular. Y todas sus actividades lucieron como nunca: Las Feria del Mezcal; la feria de los moles, de las artesanías, del barro; las expo ferias en las comunidades de los Valles Centrales, las expresiones culturales, la Feria Gastronómica, la cual, dicen, mejoró en mucho en platillos regionales. Todo estuvo casi perfecto.
Claro, hay cosas que no estuvieron nada bien. Por ejemplo:
El encarecimiento de artesanías, bebidas tradicionales y comidas regionales. Las autoridades competentes deberían instrumentar alguna medida para regular precios, incluido el costo del servicio de taxis. Caso contrario, el turismo optará por otros destinos.
La basura. Hace falta un esquema eficiente para tener siempre limpias las calles de la ciudad y municipios conurbados. Las autoridades municipales deben entrarle con su parte de responsabilidad como el caso de Santa Lucía del Camino, en cuya jurisdicción se encuentra el Centro Cultural y de Convenciones donde se instala la Feria del Mezcal, y donde a las diez de la mañana lucía lleno de basura.
La falta de promoción de algunas ferias. Por ejemplo, la de la tlayuda. Hubo quejas de que la Secretaría de Turismo no le dio importancia debido a intereses políticos.
La exagerada exposición de funcionarios y funcionarias en las actividades de la Guelaguetza cuando quienes deben lucir son las delegaciones, los pueblos, la gente de las comunidades con sus bailes y tradiciones. Francamente, solamente el gobernador y su esposa deberían aparecer en el desfile de delegaciones y convites, y si acaso el presidente municipal, y nada más. El turismo no viene a ver al funcionariado.
Los queda bien. Esto en relación a funcionarias y funcionarios que obstaculizaron el trabajo de un fotoperiodista en el primer Lunes del Cerro cuando fotografiaba una protesta, la cual pretendían opacar. ¿Y qué consiguieron? El escándalo público. Cada año, en la víspera de la festividad, les vendría un curso intensivo en derechos humanos y manejo de crisis.
En fin, por todo lo demás, la del 2024 fue una Súper Guelaguetza.
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