Rosy RAMALES
Antes y durante su campaña a la Presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador siempre profesó apego por el estado de Oaxaca. Hizo énfasis en ello cuando su cierre de campaña en San Pablo Guelatao el 16 de junio del 2018:
“No voy a traicionar al pueblo porque tengo ideales… quiero pasar a la historia como un buen presidente. Ustedes saben que yo le tengo un profundo amor al pueblo de Oaxaca. A donde quiera que voy he expresado que el pueblo de Oaxaca es uno de los pueblos con más cultura del mundo.”
AMLO pasará a la historia según el beneficio o el perjuicio sentido por la ciudadanía, por los distintos sectores sociales, por la población en general, por la Nación. Es como dice el poema de Ramón de Campoamor: “…en el mundo traidor nada hay verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira…”
Y seguramente para la mayoría de las oaxaqueñas y de los oaxaqueños López Obrador pase a la historia como uno de los mejores presidentes de México, o como el mejor por los beneficios que procuró al estado de Oaxaca mediante el Gobierno Federal:
Alrededor de 222 caminos artesanales para comunicar cabeceras municipales en las distintas regiones de la entidad, el Tren Interoceánico, el recién inaugurado palacio municipal de Juchitán de Zaragoza destruido por el sismo del 7 de septiembre del 2017 y otras obras en este mismo municipio devastadas por aquél terremoto, la terminación del Rompeolas del puerto de Salina Cruz, e infraestructura hospitalaria.
La terminación de la autopista Barranca Larga—Ventanilla que acorta de 6 a 2 horas y media la distancia entre la Ciudad de Oaxaca y la Costa, avance de la autopista Mitla-Tehuantepec a punto de concluirse y que ya no pudo inaugurar porque falta algo así como un puente, pero que según los planes es probable la inaugure la entrante Presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo en diciembre próximo.
Son dos obras con 12 y más años en haberse iniciado y ahí estaban, una abandonada y otra sin grandes avances; dos obras que en verdad agradece la población oaxaqueña. Claro, no tendría que agradecerle porque es obligación del gobierno hacerlas, terminarlas; AMLO pudo desentenderse de éstas, pero, visionario, se propuso concluirlas para beneficio de Oaxaca, pero también para incluirlas en las obras de su sexenio, aunque una de ellas no contará completa por la complejidad de la misma.
Esas, entre otras obras de infraestructura.
Además, como en el resto del país benefició a la ciudadanía oaxaqueña inserta en los sectores vulnerables con los programas sociales, siendo un definitivo acierto la pensión a adultos mayores, que ya estaba, pero el gobierno de AMLO lo elevó a rango constitucional, lo hizo universal e incrementó la cuantía.
En Oaxaca, junto a AMLO caminó el gobernador Salomón Jara Cruz; un aliado sin condiciones desde cuando ambos militaban en el PRD y cuando López Obrador intentó por primera vez convertirse en Presidente de México en las elecciones del 2006 postulado por este partido, las cuales perdió por escaso margen frente al entonces panista Felipe Calderón Hinojosa.
De hecho, Jara Cruz respaldó decididamente a AMLO en las tres ocasiones en que éste participó en elecciones presidenciales, ganando la del 2018 postulado por Morena, partido que el tabasqueño fundó junto con luchadores sociales, ex perredistas que lo siguieron luego de que la cúpula del PRD le dio la espalda, y personas representativas de la sociedad civil. Juntos recorrieron no solamente los 570 municipios oaxaqueños, sino todo el país.
Por eso Jara Cruz siempre fue el candidato natural a la gubernatura por Morena: Por su conocimiento de las comunidades oaxaqueñas y problemática de la entidad, por la construcción de una estructura político-social-electoral propia, por su presencia en la lucha social y por la cercanía con AMLO. En fin, pero esta es otra historia.
Retomando el tema: Andrés Manuel López Obrador deja buenas obras en Oaxaca. Qué pudo haber hecho más y mejor, sí, pero al menos hizo. Sus últimos tres antecesores (o más) no hicieron casi nada por este estado; concentraron sus acciones en otras entidades del país.
AMLO fue visionario. Procuró una buena relación con el entonces priista Alejandro Murat Hinojosa, quien tenía dos años como gobernador de Oaxaca cuando López Obrador llegó a la Presidencia de México. Murat Hinojosa supo aprovechar la relación, quien sabe si obligado por las circunstancias propias de su atropellado ejercicio de gobierno, por convicción o por conveniencia política.
Como haya sido, tal relación al parecer facilitó a AMLO avanzar en las obras y proyectos destinados a Oaxaca. La peor parte fue para Alejandro Murat, quien pasó a la historia como “traidor” de su partido, el Revolucionario Institucional (PRI), el cual abandonó para respaldar la candidatura de Claudia Sheinbaum luego de ver que no podía conseguir la postulación priista para la elección presidencial (y tal vez esto fue solo el pretexto porque él no tenía capital político ni para ganar la interna).
En fin, si algo tiene que reclamarle la ciudadanía oaxaqueña (o parte de ésta) a AMLO es que haya hecho senador a Alejandro Murat, porque resulta un premio cuando dejó deuda pública y obras inconclusas o mal hechas. Pero ésta, también es otra historia.
Como otra historia es, si AMLO con sus reformas constitucionales hace retroceder el avance democrático al país, si acaba con la división de poderes, si mina al Poder Judicial, si instituye la militarización. El tiempo dirá si sus reformas resultan aciertos o errores.
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