Rosy RAMALES
La Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) fue organismo defensor de periodistas cuando personajes encumbrados en el poder atacaban, perseguían, por opinar, hacer análisis, reportar actos o hechos, o escribir reportajes de investigación que evidenciaban excesos de políticos, funcionarios, legisladores, dependencias, partidos y todo ente público.
La CNDH tenía tanto prestigio en ese sentido, que las personas periodistas se sentían protegidas, porque en la mayoría de los casos bastaba la sola denuncia para hacer cesar el hostigamiento de los poderosos en contra de periodistas. Era un dique al poder exacerbado.
Fue, tenía, era. Porque todo se acabó, según parece.
Ahora la misma CNDH está en contra de los periodistas. Más bien, su titular, Rosario Piedra Ibarra, se ha puesto en contra de periodistas desvirtuando la función de la Comisión en la tutela de dos de los más sagrados derechos humanos: Libertad de expresión e información.
Mediante un extenso pronunciamiento, la CNDH arremetió en contra de Sabina Berman, escritora y periodista, por su artículo titulado “Tropezar dos veces con la señora Piedra”, en el cual hace una crítica sobre el desempeño de la recién reelecta presidenta de la Comisión Nacional de Derechos Humanos a pesar de no haber figurado entre los tres perfiles mejor calificados.
La CNDH se dio a la tarea de defender a Rosario Piedra. Llamó a Berman pseudoperiodista y hasta conservadora, y de refilón pasó cuanta persona dedicada a la comunicación, incluyendo, por supuesto, opinadores, que han cuestionado su desempeño y su reelección. Claro, de manera general, pues el único nombre que mencionó fue el de Sabina.
Como si la ombudsperson se estuviera desquitando de todos quienes escribieron que Piedra Ibarra fue la peor calificada en el proceso de selección de la persona titular de la CNDH, que por razones de “Estado” el Senado la incluyó en la terna sacrificando a Tania Ramírez, que al menos medio centenar de organizaciones no gubernamentales se pronunciaron en contra de su reelección, que hizo mal papel al frente del organismo, etc.
Rosario Piedra ni siquiera tuvo el valor firmar una carta aclaratoria, sino, cual escudo, echó a la CNDH, de cuyo pronunciamiento transcribimos tres párrafos:
“Hay algunos ataques y denuestos, vertidos por personajes con tan nula autoridad moral y tan descalificados, que hasta prestigian; pero hay otros actores y opinadores que es necesario desenmascarar, porque por su aparente perfil ‘progresista’ pudieran confundir, lo que vuelve sus expresiones aún más arteras y más cobardes.”
“Dice la señora Berman, por ejemplo, que en la Comisión Nacional con Rosario Piedra se defiende al Poder y no a las víctimas. Por lo que, si bien ya no sorprende tanta bajeza, sí nos obliga a preguntarle frontalmente: ¿De qué habla? ¿Dónde están sus pruebas? ¿Las tiene? Y si es así, que las presente, no que busque presionar con narrativas fantasiosas surgidas, como otras tantas, de sus filias y sus fobias, pero no de la realidad.
“A los opinadores —como ella— que cuestionan sin pruebas, les pedimos respeto al público y compromiso con la verdad…”
Ese uso constante de palabras como “conservadores” y “progresista” parece propio del ala radical del grupo en el poder –que no izquierda–, entonces la CNDH actual no responde al interés general, colectivo; al pueblo, dirían en la 4-T, sino a sectas.
El pronunciamiento (malamente impuesto a la CNDH), refleja que quien no piense como Rosario Piedra, quien no la adule, quien no la venere, es “conservador”, falso progresista. Vaya, hasta los periodistas con cierta afinidad a la 4-T, le deben honores.
Cosa que viene a confirmar el error del Senado en reelegir a Piedra Ibarra.
Hemos perdido a la CNDH.
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