Raúl CASTELLANOS
“DE ENTRADA DEBEMOS PEDIR PERDÓN” –Margarita Zavala dixit-; las crónicas dan cuenta de un debate ríspido, agresivo, en las instancias de poder del Partido Acción Nacional, el tema, los vínculos inaceptables de la diputada Lucero Sánchez, a quien Ricardo Anaya ordenó separar de su fracción parlamentaria en el Congreso de Sinaloa, previo reclamo del Comandante Supremo de la “Band of Brother’s, seguido de otro más intenso de la ex primera dama y hoy precandidata a la presidencia de la república, con exhorto de “pedir perdón” incluido; independientemente de las responsabilidades en que pudo haber incurrido la defenestrada diputada, el rasgado de vestiduras entre los panistas se inscribe en la pugna por el control del partido y fundamentalmente por la definición de quien los encabezará en el 2018 y no, en un auténtico acto de reflexión, mucho menos de contrición política; en julio 22 del 2012, Javier Sicilia le escribió a Felipe Calderón, –aquí algunas líneas- “usted sin embargo reconoció en los diálogos que sostuvimos en el Alcázar del Castillo de Chapultepec, lo que esa visión puritana y corta, obstinada en la violencia como método no le había dejado reconocer: la existencia de las víctimas que usted había reducido a un ‘se están matando entre ellos’, a ‘algo habrán hecho’, a ‘bajas colaterales’ que se reducían al 1% de los muertos. Un lenguaje que, con el estropajo del eufemismo, es idéntico al que usaron los nazis para justificar el crimen y hacérselo justificar a una nación: ‘son piojos, son ratas, son cerdos, son liendres’, un discurso que proviniendo del Estado que está para resguardar la seguridad de los ciudadanos y perseguir al crimen, es profundamente violatorio de los derechos humanos y absolutamente criminal”; luego –Sicilia- le reclamó las “simulaciones mediáticas” en que convertirían la Procuraduría de Atención a Víctimas, el Memorial que acabó siendo una burla más y para cerrar “con broche de oro” el veto presidencial a la Ley General de Víctimas; la carta concluye citando el poema “Helena” de Giórgos Seféris, “usted, Sr. Presidente, se parece a ese soldado, la diferencia es que para usted, semejante a Agamenón, sabiendo que era una ilusión lo que perseguía, condujo esta absurda guerra. Sobre usted pesa el ‘grave dolor’ que ha ‘llovido’ sobre México, pesan miles de ‘cuerpos lanzados a las fauces del mar’, miles de ‘almas trilladas cual espiga en piedra de molino’ y ‘ríos que exudaban entre el lodo y la sangre’, pesan miles de viudas, de huérfanos y desaparecidos, pesan miles de desplazados. Si usted Sr. Presidente, no toma el camino de la justicia que les debe, si continua humillándolos y traicionando su palabra, los muertos y las víctimas no lo dejaremos dormir en ningún sitio”; el 20 de julio del 2010, en Hermosillo, Calderón y su esposa se reunieron con los padres de los 49 niños muertos en la Guardería ABC, de la que era principal accionista Marcia Altagracia Gómez del Campo, prima de Margarita Zavala, parentesco negado por la primera dama y luego reconocido ante las evidencias periodísticas de las fiestas familiares; en esa reunión, ante el ofrecimiento presidencial de “becas”, “fideicomisos”, “indemnizaciones”, Patricia Duarte, madre de uno de los niños calcinados le preguntó a la pareja presidencial –según narra Ernesto Núñez Albarrán en su libro “Crónica de un Sexenio Fallido”- “te pregunto a ti, señor presidente ¿va a haber justicia para mi hijo?…va a haber fideicomiso, va a haber becas, ¿eso es parte de la justicia?, ¿y mi hijo qué?, ¿y los cuarenta y nueve niños qué?, ¿ellos no cuentan?, ¿ellos no duelen?, ¿usted sabe lo que es justicia?, ¿me puede contestar esa pregunta?…!contésteme¡”; el 31 de enero del 2010 un grupo de jóvenes del CBTIS 128, del Colegio de Bachilleres y de la Universidad de Chihuahua celebraban una fiesta en Villas de Salvárcar, Ciudad Juárez, de pronto un comando de sicarios les disparó, murieron 16 y 12 resultaron heridos; Felipe Calderón, desde el “medio oriente”, donde andaba de gira, al ser cuestionado definió la agresión como “un ajuste de cuentas entre bandas rivales de narcomenudistas” y llamó a los estudiantes “pandilleros”; ante la indignación, por las muertes y los dichos presidenciales, el 11 de febrero siguiente, Calderón organizó un acto al que llamó “Todos somos Juárez”, se montó un impresionante dispositivo de seguridad, aún así, Luz María Dávila, madre de dos de las víctimas pudo hacerse del micrófono y le expresó “discúlpeme señor Presidente, yo no le puedo decir bienvenido, porque para mí no lo es, nadie lo es, porque aquí hay asesinatos y nadie ha querido hacer justicia, Juárez está de luto, les dijeron pandilleros a mis hijos, ¡es mentira!, uno estaba en la prepa y otro en la Universidad y no tenían tiempo para andar en la calle, ellos estudiaban y trabajaban y lo que quiero es justicia, le apuesto que si hubiera sido uno de sus hijos, usted se habría metido hasta debajo de las piedras y hubiera buscado al asesino, pero, yo, como no tengo los recursos no lo puedo buscar”; debo decir que la señora Margarita Zavala, como mujer, esposa, madre, me merece el mayor respeto, lo que no es posible aceptar, es que, en el ánimo de sus legítimas aspiraciones, disputas y rivalidades partidistas se conduzca con tanta frivolidad política; ella, por comisión, omisión o presencial fue partícipe de éstos y muchos otros hechos más, por los que “de entrada –los Calderón- deberían pedir perdón”…¿alguien puede asegurar que esto ya está decidido?…! 5 años de resistencia…ya solo faltan 307 días para que Gabino Cué pase a ocupar su lugar en el basurero de la historia ¡… RAÚL CASTELLANOS HERNÁNDEZ / RCMULTIMEDIOS.MX / @rcperseguido
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