Finalmente se conocieron los resultados de la «encuesta» para elegir coordinador» que finalmente resultó coordinadora de Morena en la Ciudad de México. La ganadora de tan codiciado «me late» resultó ser Claudia Sheinbaum, actual Delegada en Tlalpan; la definición, contrario a lo que debía ser o por lo menos esperarse, causó más dudas que certezas y agudizó confrontaciones en lugar de concitar a la unidad.
Para empezar, lo que desde un principio se indujo ante la opinión pública como la definición del candidato a Jefe de Gobierno, por Morena, lo cual en términos jurídicos no podía ser; acabó convertido en un galimatías de confusiones a las que contribuyó con singular entusiasmo Yeidckol Polevnsky, quien al cuarto para las doce salió a pretender «centrar el tema» y bajarle el perfil.
Con cierta mezcla de suficiencia y pretensión de considerar a la opinión pública como menores de edad -mental-, en entrevista con Omar Sánchez de Tagle argumentó «¿Por qué están tan interesados en este proceso? Es un proceso interno, es confidencial, se están metiendo en asuntos internos del partido»; la respuesta fue contundente: interesa porque aunque sea un proceso interno se realiza con recursos públicos y el uso de recursos públicos debe ser transparente, como ciudadanos queremos saber cuánto costó; pero además -argumenta Sánchez de Tagle- Yeidckol pretende considerarnos ingenuos, como están las cosas, lo que dicen las encuestas que son de verdad, es muy probable que quien sea candidato o candidata de Morena sea el próximo Jefe de Gobierno; y eso periodísticamente interesa y es de interés público.
A mayor abundamiento; muy en la línea de los partidos autoritarios que vía las encuestas confeccionan «trajes a la medida», para cualquier ocasión y personaje; de la realizada por Morena, hasta el lunes no se conocía dato alguno que validara el resultado, ya no digamos «quién pagó» o peor aún «quien pompó»; la metodología, el universo encuestado, los porcentajes, rangos, quién la aplicó, eran un secreto resguardado como el Santo Grial. Un respetable analista me dijo «si esto lo hubieran hecho el PRI, PAN, PRD o hasta el Verde lo menos que Andrés habría dicho, es la mafia del poder».
Luego, el mismo lunes, ante la presión de los comunes y corrientes, además de un amplio segmento de opinólogos; como para justificar el autogol, aléguenle al «árbitro y sin identificar a autor » se supo vía boletín que se había aplicado un «estudio de opinión» a 1311 personas, de un universo de más de 10 millones que poblamos la Ciudad de México; en el que Sheinbaum obtuvo la mayor intención de voto y Batres es el más «bonito».
Realizado el parto de los montes, la criatura mostró sus déficits congénitos; a una atropellada conferencia de prensa sólo asistieron Sheinbaum, la «ganadora de la rifa», quien muy al estilo vernáculo entonó un desafinado «no renunciaré» -a la delegación por ahora-; Marti Batres y Mario Delgado con cara de «watt» avalaron el resultado e hicieron profesión de fe, no podía se de otra manera, el primero cree que ya amarró el Senado y el segundo hace lo que Ebrard indica; ya aplicando la conseja de Reyes Heroles, de que en política «la forma es fondo», la ausencia del gran perdedor Ricardo Monreal, hizo evidente lo profunda que puede llegar a ser la crónica de una ruptura anunciada.
Viejo lobo de mar en aguas turbulentas; Monreal sabe bien cómo medir la temperatura de los oleajes; en el 98 del siglo pasado, siendo de los principales operadores de la Fracción Parlamentaria del PRI en la Cámara de Diputados Federal, al ser vetado por el gobernador Romo, en su natal Zacatecas para ser candidato; renunció a su partido y se postuló por el PRD con los resultados ya conocidos; su primera reacción al conocer el resultado de la «encuesta» fue un mensaje cifrado a López Obrador asumiéndolo como emisario del pasado «toda mi vida he luchado contra la nomenclatura y he ganado».
Ya más sereno pero no menos premonitorio lanzó dos mensajes por periscope en donde reconoce la disposición de la gente, su compromiso, apela a la familia y al creador para enfrentar la «adversidad»; y fija su posición en dos frases «la gente decidirá lo que sigue» y «en política nunca se debe perder la dignidad»; como era de esperarse las especulaciones están desatadas; van desde Margarita Zavala que lo invitó a sumarse, hasta quienes ya lo ven como el «hijo pródigo» regresando al PRI; otros con más objetividad lo ubican en un Frente PRD-PAN independientemente de que el nacional se alcanza a conformar, por supuesto sujeto a que Mancera y Barrales lo dejen pasar.
Como se advertirá, Morena en el pecado lleva la penitencia; recurrir al viejo expediente del dedazo aunque sea santificado no abona a la calidad de la política y de nuestra endeble democracia; deslegitima y daña la imagen de Claudia Sheinbaum a quien se le reconocen valores intelectuales, políticos y de lealtad a Andrés Manuel; y muy probablemente ocasionará un cambio en la correlación de fuerzas si Monreal se despide de Andrés con un «estamos en paz».
No se hagan bolas: Monreal se va de MORENA.
¿Alguien puede asegurar que esto ya está decidido?
RAÚL CASTELLANOS HERNÁNDEZ / @rcastellanosh