Rosy RAMALES
Ciertamente, a lo largo de la historia de nuestro país y de nuestra entidad oaxaqueña han sucedido hechos violentos que han marcado, no solo el presente, sino también el futuro de México y de Oaxaca.
Y creo que todos quisiéramos conocer la Verdad de los hechos sucedidos en el 2006, de los cuales no escapan el entonces Gobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz Ortiz, y tampoco el actual mandatario Gabino Cué Monteagudo.
Pero también poderes fácticos como algunos ex gobernadores priistas y ex priistas aliados a ese movimiento amorfo del integrantes de la Sección 22 del Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Educación (SNTE); movimiento que se agudizó con el fallido desalojo de ellos del primer cuadro de la ciudad de Oaxaca.
Y ya se había formado la mal llamada Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), pues en ésta participaban hasta Atencos, pero nunca representantes legítimamente electos de los más de ocho mil comunidades de nuestra entidad.
La Comisión de la Verdad está obligada a decir también de dónde provino el financiamiento a la APPO, cuyos dirigentes visibles se convirtieron en diputados locales, y algunos de sus integrantes engrosaron el gabinete del actual gobernador Gabino Cué, quien derrotó al PRI por un amplio e incuestionable margen en la elección del 2010, en una entidad con ciudadanos llenos de temor por tanta violencia generada desde el 2006 y tanto hartazgo de los gobiernos de un partido hegemónico.
Incluso, la llamada Defensoría de los Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca ha sido refugio de muchos activistas del 2006. Y Arturo Peimbert Calvo fue generosamente recompensado con la titularidad, a pesar de no cumplir con los requisitos de ley. Quizá por eso nunca se ha atrevido ni se atreverá a promoverle un juicio de derechos humanos al actual mandatario por violaciones graves a éstos, en una entidad donde un día sí y otro también son mancillados los derechos a la libertad de tránsito y a la educación, principalmente.
Todo Oaxaca sabe la verdad de los excesos y autoritarismo de los últimos gobiernos priistas en el estado de Oaxaca, pero no la verdad sobre la identidad de los autores intelectuales y materiales, pero sobre todo de los primeros, de las barricadas donde murieron ciudadanos inocentes, como, por ejemplo, el ciclista que se degolló al pasar por un tendedero de cables de la barricada y que no vio.
Tampoco se sabe la verdad sobre quiénes incendiaron varios edificios públicos como, por ejemplo, donde funcionada el Tribunal Superior de Justicia del Estado.
La Comisión de la Verdad está llamada a decir toda la verdad, no una verdad a medias o a conveniencia en la ruta de la sucesión gubernamental. ¿O es mera casualidad que su sesión pública tenga lugar cuatro meses antes del inicio del proceso electoral para las elecciones de gobernador de Oaxaca, diputados locales y concejales a los ayuntamientos? ¿Hay alguna intensión de refrescar a la población oaxaqueña los hechos violentos del 2006 para seguir aborreciendo, no solo al ex gobernador Ulises Ruiz Ortiz, sino todo lo que huela al PRI?
La ciudadanía de por sí lo tiene presente. Aunque, por ejemplo, los habitantes que en el 2006 tenían diez años, ahora tienen 19, y quizás ellos entonces no alcanzaron a comprender el fondo político de aquél movimiento, que desembocó en la derrota del PRI.
Y Oaxaca pasó a una transición democrática donde ha reinado la violencia y la violación de los derechos humanos, sobre todo por parte de integrantes (no todos los maestros) de la Sección 22 del SNTE y de sus organizaciones radicales afines. Dicen que tanto en la 22 como en éstas, existen grupos manipulados por priistas y por el actual grupo gobernante, y de ahí viene el choque de trenes.
Oaxaca vive una transición democrática donde la democracia se construye a base de violencia; ahí está el ejemplo más reciente: La jornada electoral del 7 de junio.
Ningún oaxaqueño bien nacido quiere la violencia. Pero sí aquellos cuyo fin es el poder por el poder. Tampoco nadie se opone a la lucha social, pero sí a la falsa lucha social. Por supuesto, a todos los oaxaqueños nos gustaría saber la verdad completa del 2006. ¿La tendrá la Comisión de la Verdad?
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