Carlos VILLALOBOS
La tarde de este miércoles 30 de agosto, desde las oficinas del Partido Revolucionario Institucional, se desarrolló un espectáculo político que ya estaba prácticamente escrito, la declinación del PRI a los pies de Xóchitl Gálvez. Ante medios de comunicación y militantes, Alito Moreno, y su equipo, salieron públicamente a declarar que el PRI ya tiene su candidata, y esa es Gálvez. A pesar de las expectativas creadas por el discurso de unidad del tricolor, parecía evidente que la efervescencia mediática generada por Gálvez no sería fácilmente eclipsada.
En los encuentros que precedieron a esta decisión, Beatriz Paredes desplegó su experiencia de años, exhibiendo así a una Xóchitl Gálvez que, si bien logra contagiar en las redes sociales, parece ajena al terreno político real y a los ciudadanos de a pie, marcando un notable contraste con la trayectoria priista de Paredes.
Lo curioso es que, aunque inicialmente, se planeaban levantar encuestas y sondeos al final del proceso del 25 de agosto al 3 de septiembre, el Frente Amplio por México, de la nada, ya daba por hecho hoy 30 de agosto que Xóchitl había ganado, incluso antes de tiempo.
Este apresurado paso solo sirvió para aumentar las especulaciones. Días atrás, a pesar de las reiteradas promesas de Alito Moreno de esperar el resultado del proceso, en una conferencia de prensa banquetera reveló que el PRI no tenía los resultados a su favor, sin consultar a Paredes, sin preguntar a las bases.
Este intento de «ganarle tiempo al tiempo» solo logró provocar mayores dudas en analistas, políticos y ciudadanía en general.
Al final, el mensaje que envió el Frente fue completamente distinto al que planteó en un principio. Inicialmente, se jactaban de conformar un bloque ciudadano y democrático con militantes, adherentes y sociedad civil para hacer frente al bloque oficialista. Sin embargo, la cuasi declinación de Beatriz Paredes y las maniobras oscuras de Moreno Cárdenas dejan mucho que desear.
Si como lo hemos discutido en este mismo espacio en ocasiones anteriores, Alito Moreno busca hacer historia, lo está logrando, pero de una manera que cuestiona su integridad. En esta ocasión, la simulación, la mentira y, sobre todo, la falta de diálogo con las bases y la ciudadanía están guiando las decisiones, incluso en cuanto a candidaturas de las cuales depende la supervivencia del tricolor.
Lo que caracterizó al PRI históricamente fueron sus diversos cuadros. Hoy, aquellos que forjaron el presente, sostenido con alfileres, observan cómo el partido está siendo desmantelado por un líder obstinado que se ha aliado con un PAN que probablemente actúe con soberbia y un PRD que está al borde de la desaparición.
Xóchitl Gálvez tendrá que recurrir a una operación cicatriz; con Miguel Ángel Mancera del PRD hecho a un lado a pesar de ser un bastión del sol azteca, Beatriz Paredes del PRI siendo parada de golpe y muchos panistas que no creen en el enfoque «progresista» de Gálvez, tendrán que reconfigurar al bloque rápidamente, si lo que buscan es competir. Sin embargo, la etiqueta «ciudadana» parece haber quedado atrás.
Si algo queda por rescatar, ante la falta de selección en Movimiento Ciudadano y con la confirmación de Morena inminente, es que la carrera presidencial será liderada por mujeres, un factor que México ya ansiaba.
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