FUENTE: EL FINANCIERO/Suscripción
La evaluación educativa es una realidad en casi todo el país. Ninguna duda cabe que la voluntad es que ésta se realice en el 100 por ciento del territorio. El problema es qué hacer con entidades como Oaxaca.
Gabino Cué no puede con la gubernatura. Pero el problema no se va a resolver quitándolo y poniendo a otro.
El gobernador que llegue, del partido que sea, se va a encontrar con el mismo problema: Oaxaca es una entidad secuestrada por la Sección 22 de la CNTE.
La decisión a tomar es quitarle o no el poder a la CNTE. Revocar o no los acuerdos firmados en 1986 que le entregaron la secretaría de Educación del Estado (IEEPO) a la Sección 22. Encarcelar o no a sus líderes que cuentan con orden de aprehensión.
A la CNTE hay que quitarle la educación de Oaxaca como al SME se le quitó el control de Luz y Fuerza del Centro. ¿Se puede?
Parece una respuesta fácil, pero no lo es. La CNTE tiene 80 mil afiliados en Oaxaca, muchos de ellos dispuestos a todo.
Si la Federación hace cumplir la ley, probablemente se enfrente a una revuelta con sangre y muertos antes de ser sofocada.
Por eso los gobiernos de Fox y Calderón no tocaron el tema de las evaluaciones magisteriales.
El presidente Peña Nieto sí lo hizo, y se ha topado con la resistencia de la Coordinadora, que simplemente no permite que la reforma entre en Oaxaca, estado que controlan.
¿Qué va a hacer el gobierno federal?
¿Intervenir en Oaxaca para someter a la legalidad a los caciques magisteriales y a sus maestros entrelazados con la guerrilla?
¿Olvidar la reforma educativa en esa entidad y dejar que se pudra Oaxaca?
Decir someter a la legalidad a la Sección 22 significa enfrentamiento físico, con heridos y probablemente muertos.
Decir que se pudra Oaxaca es condenar a la miseria a un millón y medio de niños de esa entidad, que padecen la tutela de un magisterio inservible.
Lo que vaya a suceder en Oaxaca es una decisión de Estado, que rebasa con mucho las capacidades del gobierno local.
Gabino Cué no ha tenido la voluntad política de pedir auxilio a la Federación para gobernar. No la ha tenido ni la tendrá.
Los que hoy condenan al gobierno por no dar una salida “enérgica” a la crisis oaxaqueña, serán los primeros en acusar de represor al Presidente y a su secretario de Gobernación si ésta se da.
En este contexto la federación tendrá que decidir sola: actuar o que se pudra Oaxaca.