Uso de razón/Pablo Hiriart: PRI-PAN, una guerra insensata

La guerra entre PRI y PAN con motivo de las elecciones sólo beneficia a López Obrador.

Es cierto que en todas las campañas los contendientes se sacan los trapos sucios, pero hay grados. Y el tono que ha alcanzado la guerra entre priistas y panistas va a terminar por perjudicarlos a los dos.

No se verán ahora los efectos de lo que se han dañado las dos principales fuerzas políticas del país, sino en 2018, cuando un tercero recoja los resultados de este enfrentamiento insensato.

El PRI y el PAN son las dos grandes fuerzas democráticas que hay en México, que coinciden con los cambios que es preciso sacar adelante. Lo han hecho y lo tendrán que seguir haciendo.

Decir lo anterior es no quedar bien con nadie en este momento, porque la guerra entre ambos está en su apogeo y el fragor del combate les impide mirar el bosque y sólo ven los árboles.

Sin embargo estos dos contendientes, que luchan a muerte por una curul más o una gubernatura más en 2015, tal vez deban unirse en 2018.

No sabemos lo que va a pasar dentro de dos años ni tres. El destino y la lucha por la supervivencia del pluralismo y la democracia pueden juntar de nueva cuenta a priistas y a panistas.

Lo que se han dicho PRI y PAN es para que la ciudadanía los descalifique a ambos, pues aunque sólo sea cierto la mitad de lo que se acusan, es suficiente para no votar por ellos.

¿Quién va a cachar los beneficios del desprestigio que se provocan panistas y priistas? Ya lo sabemos: el adversario de ambos.

En 2018 tendrá que haber un gran pacto por la defensa de la democracia porque estará amenazada con el crecimiento de las posibilidades de López Obrador.

Desconocemos ahora entre quiénes será ese pacto, pero tendrá que haberlo. Y es mejor que sea antes que después de las elecciones.
Si AMLO llega al poder, olvidémonos de elecciones democráticas en el futuro, como las conocemos ahora.

Entraremos en un sistema político y económico similar al de Venezuela, con un agravante adicional: el perfil integrista de López Obrador.

Ha vuelto a la escena política más religioso que nunca, lo que lo hace decir verdades atractivas y compartibles, pero detrás de ello está el peligro del “gobernante en nombre de Dios” que actúa por encima de las leyes de los hombres.

Cada golpe bajo el cinturón que se dan panistas y priistas, es un punto más para López Obrador en el 2018.

Priistas y panistas han hecho las grandes reformas sin las cuales estaríamos en el hoyo. De ganar López Obrador –lo dice todos los días– echaría todo abajo.

PRI y PAN deben moderar su tono pues lo importante está en 2018.

Como diría Borges: que no los una el amor, sino el espanto.

 

 


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