Columna de Cipriano: El régimen político de la Cuarta Transformación VIII

Cipriano FLORES CRUZ

Los dos primeros componentes fundamentales de la Cuarta Transformación son  la regeneración de lo que somos y conducidos a buen puerto por un líder de indiscutible valor moral, se hace indispensable, por tanto, mostrar los contenidos de esta Transformación.

Para lograr la Cuarta Transformación se necesita, en primer lugar, de una revolución de las consciencias. Los mexicanos, por la imposición de los valores de la competencia del mercado, por la égida del individualismo posesivo y por el predominio de una vida del aquí y del ahora, nos mediatizamos por los principios y valores que trae aparejada de este modo de vida, nos enajenamos de esos valores del intercambio.

Necesitamos despertar, sacudirnos de todo modorro, apostarle a la dinámica de nuestro tiempo, asumir nuestro papel de soberanos de nuestro destino y no ser simples hojas que los vientos arrastran a destino incierto. Esta es la primera tarea que se propone la Cuarta Transformación bajo la dirección de su líder Andrés Manuel López Obrador.

La educación pública, la política de comunicación social, el discurso del Estado y del gobierno deben de ir en este propósito. Sin una revolución de las consciencias, el pueblo seguirá a la deriva al ritmo que marquen sus amos. El principal instrumento que usa el gobierno para ello son las conferencias diarias, de lunes a viernes, por parte del Presidente Obrador. Es pedagogía moral, política, económica, social e ideológica.

 Es el catecismo básico que se sustenta en la historia, en los momentos de la generación de nuestros mejores valores, en los momentos de acciones heroicas de nuestros personajes. No es sólo hacer más pública  nuestra vida pública, sino orientación al rebaño por el buen pastor. Es también la fuente de los reclamos, de los dolores, de las injusticias sufridas por el pueblo.

Gobernantes y gobernados, motivos de la revolución de las consciencias, deberán de encaminarse a la difícil ruta de la redención. El pueblo es el nuevo sujeto de la historia, no es la clase obrera, los campesinos o los comunitarios, antiguos indígenas, sino el pueblo, desde luego no es tampoco la población, sino aquellos que se debaten en la sobrevivencia: “Por el bien de todos, primero los pobres”.

En segundo lugar, tener un sentido de gobierno. El pueblo manda y se hace obedecer, el gobierno sirve y obedece,  incluso con ética franciscana, por eso gusta del voto a mano alzada, práctica de los pueblos comunitarios.  Esto es totalmente nuevo en los anales de los regímenes políticos, los que gustan de las veredas fáciles de las Ciencias Políticas, le  llaman populismo.

Sólo la consciencia de sí mismo, el pueblo comprenderá la única verdad política de los pueblos: que todos los hombres han sido creados iguales, no sólo jurídicamente sino en todas las órdenes sociales, por eso el igualitarismo es uno de los principios de la Cuarta Transformación.

Que no se confunda con el socialismo o el comunismo,  su fundamento lo encontramos en el cristianismo, es el Creador quien ha establecido los derechos que son de naturaleza y no solamente sociales. El derecho a la vida, la libertad y el derecho a la felicidad son ejemplo de estos derechos inalienables. Un pueblo que puede gozar de la vida, de las libertades y que sea inmensamente feliz, son los principios, los valores y los propósitos de la Cuarta Transformación.

Tales derechos y propósitos sólo pueden ser realizables por un gobierno que surja de las entrañas de ese pueblo, de su consentimiento, de su voluntad, es el regreso al auténtico gobierno popular. Tan nobles propósitos, es decir, visto desde la moral y no desde la política, no es correcto que algunos se opongan, desde luego, desde la democracia es sano, pero es inmoral, merecen la reprobación de los justos.

El logro de la felicidad, de la libertad y de la vida sana del pueblo, sólo se puede lograr si se observa a la política y al gobierno como una cruzada, como una misión, de aquí el mandato de la austeridad, de hacer votos de pobreza en la función pública, no solamente como voluntad sino como ley. Los que no concuerden con estos votos de austeridad, más en el sentido cristiano, que en el sentido revolucionario, se pueden alejar de la grey.

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