Rosy RAMALES
Loro. Qué bonita y digna casa hogar para niños y adolescentes de 12 a 18 años de edad, del conjunto llamado Casa de Alas. Al fondo a la izquierda se localiza el comedor con muebles blancos, junto a la cocina recién equipada. Antes se encuentra la ludoteca con sillones negros y tapete de colores, luego una escalera que conduce a los dormitorios de cada lado de este edificio, con literas con sobrecamas azules y almohadas, cómodas blancas; además de amplios baños con regaderas individuales.
El gobernador Alejandro Murat y la señora Ivette Morán, su solidaria esposa, recorren el edificio Loro, tras cortar el listón inaugural en la fachada arquitectónicamente hermosa: Muros y piso de ladrillos rojos, y columnas de fierro. Previo al recorrido, cuatro adolescentes los reciben en la puerta. “¿Cómo están?”, pregunta ella mientras los chicos les obsequian una macetita, una caja y un cuadro para fotografías, objetos decorados con los nombres de los niños y adolescentes que a partir de ahora vivirán en Loro.
“Contentos”, responden. Y así se ven. Cómo no estarlo, sí más que entregarles un lugar donde sobrevivir, les están entregando un hogar digno. Nada que ver con aquellos albergues tipo aulas, disfuncionales, incomodos, que no tenían separación para niños y niñas, ni instalaciones apropiadas a sus necesidades.
Y así empieza el recorrido por esta tercera casa hogar de Casas de Alas. Entrando, de manera central, se ubica la recepción y dos escritorios entre columnas de concreto. Del lado derecho se encuentra el consultorio médico, incluso con cama para hospitalización. Del lado izquierdo, el área administrativa, baños para el personal, y dos cubículos divididos por un muro con un vidrio especial que impide la visibilidad, es el espacio para atención sicológica y hasta para diligencias judiciales en caso de pequeños víctimas de algún tipo de violencia.
Todo el interior del edificio tiene piso de cemento en acabado oxidado, muros de ladrillo y amplios ventanales, con amplios cubos de luz cubiertos de pasto donde hay mesas donde puedan estar los niños-jóvenes. Además, frondosos árboles. La fachada de Loro luce ad hoc con la época con macetas de flor de cempasúchil, propias de los Días de Muertos.
Durante el recorrido, la señora Ivette entusiasmada va explicando cada área, para qué es, cómo va a funcionar. Conoce todo como la palma de su mano. Y cómo no, si desde el inicio de la construcción del conjunto llamado Casa de Alas va por lo menos una vez a la semana a supervisar avances. Puede decirse que ella ha sido la impulsora de este proyecto, que le viene a cambiar la vida a niños y niñas en su mayoría abandonados por sus padres, y que por lo mismo son albergados por el DIF-Estatal.
Palabras más, palabras menos, mientras se realiza el recorrido el gobernador comenta: “Este es la parte social de un gobierno”. Abraza a la señora Ivette en quien evidentemente se apoya para hacer realidad proyectos de asistencia social como lo es el conjunto Casa de Alas que constará de cinco casas hogar: Cenzontle, Tucán, Loro, Quetzal y Colibrí.
Ya están construidas las casas hogar Cenzontle destinada a niños y niñas desde bebés hasta 12 años de edad, Tucán para infantes con discapacidad y Loro, inaugurada el medio día de ayer domingo. Se prevé terminar la cuarta casa hogar, Quetzal, a principios de enero, y la cuarta, Colibrí, en abril, comenta el Secretario de las Infraestructuras y Ordenamiento Territorial Sustentable (Sinfra), Javier Lazcano Vargas, presente en el recorrido.
Sinfra es la dependencia del gobierno estatal encargada de la ejecución de la obra en base al proyecto realizado por un arquitecto oaxaqueño, que respetó el vasto arbolado existente en el lugar donde se construye y que es precisamente donde se encuentran las instalaciones del DIF-Estatal. Y la inversión será del orden de los 150 millones de pesos.
Casa de Alas es un conjunto arquitectónico que albergará oficinas administrativas, capilla DIF, pabellón psiquiátrico, talleres, área de asistencial social e infantil, casas hogar, albergue de tránsito, taller de carpintería, dormitorio, lavandería, estacionamiento y bodegas.
Pero más allá de un conjunto arquitectónico, Casa de Alas es y será el hogar digno de niños y niñas en su mayoría abandonados por sus padres, con el plus de la asistencia social integral. Incluso, el proyecto incluye que en el mismo complejo se encuentren las instalaciones de la Procuraduría Estatal de Protección de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes del Estado de Oaxaca (PRODENNAO).
Hagan de cuenta que será como una ciudad de asistencia social. Un gran proyecto, y sin duda el mejor en la materia de la administración del gobernador Alejandro Murat, cuyo lado humano ha sido posible evidentemente gracias a la sensibilidad y respaldo incondicional de su esposa, la señora Ivette, quien, por cierto, para inauguración de la casa hogar Loro viste pantalón negro y una blusa negra con motivos de diversos colores confeccionada con bordados de telar.
Christian Holm Rodríguez, Director del DIF-Estatal, y los delegados sindicales de este institución, acompañan al gobernador y a la señora Ivette durante el recorrido, que, incluso, se extiende a las otras dos casas hogar ya edificadas: Cenzontle y Tucán.
Cuando la señora Ivette entra a la casa hogar Cenzontle, niños y niñas que juegan en el patio ex profeso, corren hacia ella y la abrazan, muestra de que va con frecuencia a visitarlos y a supervisar que todo marche bien. Va hasta los cuneros, donde para cada bebé hay una persona (mujer) cuidándolos, dándoles de comer, arrullándolos.
Bebés a quienes sus padres han abandonado. La más pequeña tiene menos de un mes de nacida y fue abandonada por su madre porque nació con labio leporino.
“Mira, me caí”, le dice una niña, mostrándole su rodilla ligeramente raspada. Para entonces ya recorre la casa hogar Tucán, donde se encuentran las niñas y los niños con discapacidad, muchos de ellos sin la esperanza de levantarse nunca de la cama. Son camas tipo hospital.
De hecho, ese espacio lo conocen como el hospitalito.
Grosso modo así es, así va, Casa de Alas un proyecto pensado para darle alas para volar a niñas y niños. Una metáfora que envuelve calor de hogar, preparación y asistencia social en general; prepararlos para cuando cumplan la mayoría de edad y puedan valerse por sí mismos, lamentablemente con excepción de los pequeños con discapacidad grave.
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