Rosy RAMALES
Y se armó la polémica en redes sociales por el trascendido de que en su gira por Juchitán, el presidente del Comité Directivo Estatal del Revolucionario Institucional (PRI), Javier Villacaña Jiménez, supuestamente habría dejado entrever que las candidaturas a las diputaciones plurinominales podrían decidirse por tómbola.
Luego ayer mismo trascendió que no dijo tal cosa, sino que serán decididas en base al trabajo real que tengan las y los aspirantes y al compromiso de éstos con el partido. Que en la reunión con priistas juchitecos, quien sugirió la tómbola fue Mario López, porque así le funciona a Morena, sugerencia hecha en tono de burla hacia el partido guinda.
Entre las voces que opinaron en redes, está la de Donovan Rito García, quien escribió: “Me gusta la prontitud con que salen a aclarar que no será por tómbola, no sea que la militancia le tome la palabra a Mario López.”
Pues no es mala idea la tómbola, francamente a Morena le ha funcionado sobre todo para decidir candidaturas externas.
Tampoco es mala idea decidir las plurinominales priistas en base al compromiso con el PRI y al trabajo político y social de las personas aspirantes, principalmente si se pretende garantizar la permanencia en las filas priistas una vez obtenido el cargo.
Incluso no estaría nada mal que el PRI adopte el método de la tómbola para postular candidaturas de la sociedad civil. Tal vez le ayude a recuperar simpatías y credibilidad en electorado vólatil, indeciso, ese que inclina la balanza en las elecciones.
Claro, tendrían que ver qué dicen los estatutos del partido sobre los métodos de selección de candidaturas, pero de algún modo el Revolucionario Institucional debería abrise a la sociedad civil y a la militancia en general, no cerrarse a las élites internas.
Por otro lado, es entendible la preocupación de evitar las desbandadas o dimisiones priistas estando ya en la curul. No se evita ni firmando una carta compromiso o un acuerdo de dejar la diputación en caso de renunciar a la militancia priista, si tampoco se les garantiza al menos un trato digno.
Además, el derecho de afiliación es libre e individual, entonces a nadie se le puede obligar a continuar militando en el partido político de que se trate. Lo que sí, tanto en el PRI como en los demás partidos, se ha perdido la militancia con doctrina, con convicción, con ideología.
Si el Revolucionario Institucional fuese el partido en el poder, medio mundo quisiera pertenecer a sus filas, como hoy ocurre con Morena. Ahora hay más conveniencia, que convicción, con sus honrosas excepciones que dimiten a la militancia porque internamente de plano les cierran todas las puertas y además los satanizan.
Y muchas veces la exclusión o la agresión no viene del Comité Directivo, de la dirigencia, sino de las camarillas que se sienten dueñas del partido y de las candidaturas. Entonces la militancia se va, y si en otro partido les abren las puertas, pues con mayor razón.
Claro, hay quienes saltan del barco porque sienten que éste se hunde; buscan su sobrevivencia aunque el PRI los haya tratado bien.
En fin, ya se sabrá en su momento el método de selección de candidaturas pluris para la lista priista, cuyas posiciones (sobre todo las tres primeras) seguramente estarán muy peleadas ante la probabilidad de la derrota en las diputaciones por el principio de mayoría relativa, salvo que postulen auténticos liderazgos regionales.
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