Rosy RAMALES
Con el primer minuto de este martes, arrancó el sexenio de Claudia Sheinbaum Pardo como la primera Presidenta de los Estados Unidos Mexicanos. Una mujer emanada de la izquierda que por el solo hecho de ser mujer, cambia la historia de 200 años de gobiernos de varones.
Y llega empoderada a pesar de la fuerte presencia de Andrés Manuel López Obrador, quien si bien no salió casi huyendo del país como algunos de sus antecesores, sí salió muy a la fuerza de Palacio Nacional, donde fue su residencia y despacho durante su sexenio.
Al menos esa impresión dio, porque hasta las 17:00 horas del último día estuvo en Palacio Nacional, cuando debió dejar el inmueble mínimo tres días antes y solo llegar a despachar en la oficina principal o de plano atender en el salón de un hotel, para que la Presidenta Electa pudiera mudar sus pertenencias personales indispensables.
En fin, es la primera vez en la historia reciente de un país en que el mandatario saliente goza de fuerte respaldo social y que la mandataria entrante llega con un altísimo bono democrático expresado en las urnas electorales representado por 35,924,519 votos; más de los obtenidos por AMLO en la elección presidencial del 2018.
Claudia Sheinbaum llega empoderada con tendencia a empoderarse más, según se percibe en las mismas muestras de respaldo de la militancia de Morena y partidos aliados, así como de buena parte de la ciudadanía mexicana. Tiene a su favor el beneficio de la duda sobre hacer un buen gobierno, de imprimirle su sello propio a la “continuidad”.
Con ella quizá la clase media alta tan descobijada en el feneciente sexenio, pueda ser cobijada nuevamente sin afectar a los sectores desprotegidos. Con ella tal vez, la oposición y los otros dos Poderes de la Unión recuperen su dignidad, aunque parece no haber reversa en la elección por voto popular de las personas juzgadoras.
No obstante, el inicio de un nuevo sexenio siempre trae nuevas expectativas.
Por lo pronto, Claudia Sheinbaum invitó a la ministra presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Norma Lucía Piña Hernández, a su toma de protesta como la primera Presidenta de México.
Así, con “A”; PresidentA de México. Porque como bien dijo ella misma, “lo que no se nombra no existe”.
Una presidenta que minutos antes del 1º de octubre se dejó sentir al dar a conocer el emblema del Gobierno de México a su cargo: Una joven mexicana con rasgos indígenas con el Lábaro Patrio en la mano, en color sepia; el escudo en dorado y las letras Gobierno de México en negro y guinda.
Un emblema cuya joven mexicana simboliza la llegada de la primera mujer a la Presidencia de la República y también la prioridad que la mujer tendrá en este gobierno.
En fin, México ya tiene PresidentA. Claudia Sheinbaum ya lo es aún cuando la ceremonia de rendición de protesta se celebre alrededor de las 09:00 horas de este martes.
Que sea para bien de México. Porque si le va bien la Primera Presidenta, le va bien a México.
Ningún mexicano, mexicana, bien nacidos pueden desear lo contrario.
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