Por Salomón Peregrino
“Sí, mi boca profiere la verdad; la maldad es una abominación para mis labios”.
Hoy se conmemora el CCIX Aniversario del natalicio de Benito Juárez García. En distintos puntos del territorio nacional, e incluso en el extranjero; se recuerda con honor al coloso de Guelatao. Su legado es tan extenso y extraordinario tal como lo marca su historia de vida. Juárez, un hombre digno de ejemplo.
Y sin embargo, resulta paradójico que en Oaxaca, la tierra que lo vio nacer, su ideario sea letra muerta entre quienes debieran enarbolar el ejemplo de sus más altos principios y valores morales: la clase gobernante de nuestro estado.
Y no solamente de aquellos que tienen la obligación constitucional de corresponder con creces a la confianza que ayer le depositaron los electores, sino también, las de todas y de todos aquellos que ocupan un espacio administrativo y disponen del manejo de los recursos públicos.
Hoy, la imagen de Benito Juárez, es mancillada incluso por algunos sectores del magisterio y que equivocadamente se dicen maestros de la educación pública. Juárez sostenía: “Libre, y para mi sagrado, es el derecho de pensar… La educación es fundamental para la felicidad social; es el principio en el que descansan la libertad y el engrandecimiento de los pueblos”. Quizás, bajo este precepto supremo de libertad e igualdad, descanse la razón principal para que los “maestros” no hablen con amplitud y orgullo de su inmenso legado nacional. Un ejemplo que para ellos resulta imposible imitar con dignidad.
Juárez, fuera de nuestro territorio estatal, agiganta su imagen en el transcurrir del tiempo, y aquí, procuran olvidarlo todos quienes debieran ser obligados solidarios por mantener vigente su recuerdo.
“El primer gobernante de una sociedad no debe tener más bandera que la ley; la felicidad común debe ser su norte, e iguales los hombres ante su presencia, como lo son ante la ley; solo debe distinguir al mérito y a la virtud para recompensarlos; al vicio y al crimen para procurar su castigo”.
A Juárez lo distinguió principalmente ser un hombre congruente. Un hombre que sabía escuchar con atención y respeto a sus interlocutores; pero que igualmente, sabía hacerse escuchar. Jamás hizo abuso de la relevancia de sus cargos públicos. Ni dispuso de la fuerza del estado para imponer sus criterios personales, pero tampoco dudo en hacer uso de ella cuando fue necesario para garantizar la estabilidad social. Ahí radicó su enorme autoridad y gran solvencia moral; esencial para lograr el respaldo y respeto de una sociedad muy quebrantada en ese tiempo. Sostenía: “Haya energía para cumplir la ley; esto bastara para que la nación se salve y sea feliz”.
Benito Pablo Juárez García, siempre universal por tanto. Sinónimo de perseverancia, actitud, estudio, progreso, tenacidad, liderazgo, entereza, congruencia, honestidad, firmeza, pulcritud, valor, honor y lealtad.
Siempre admirable desde el entorno que lo vio nacer… siguiendo con los primeros años de su vida como pastor y después como estudiante… posteriormente como servidor público, legislador, gobernante y estadista… hasta hoy… y por siempre.
Esta proclama, escrita en letras de oro en todos nuestros principales recintos públicos, le ha concedido justa inmortalidad y universalidad: “Entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz».
Cuando en Oaxaca, pueblo y gobierno aprendamos a respetar los derechos de todos, brindaremos el más excelso homenaje a su memoria; mientras tanto, cada parte debe aportar lo que a cada quien nos corresponda.
FUERA DE: En las redes sociales circula un chiste que hace sentir con total crudeza lo lejano que se está de los principios de Juárez. Transcribo textual: “Una mañana, el gobernador de Oaxaca, Gabino Cué, queda gratamente sorprendido al leer la siguiente noticia en la prensa: María, una joven madre oaxaqueña, ha bautizado a sus gemelos recién nacidos, niña y niño, con los nombres de Oaxaca y Gabino.
Honrado por esta circunstancia, Gabino Cué decide hacer una visita a la mamá, como muestra de su agradecimiento. Al llegar a la casa de María encuentra a está dando el pecho al pequeño Gabino. El gobernador reitera constantemente su agradecimiento y pregunta a la joven madre de los gemelos: ¿Dónde está Oaxaca, la hermanita de este glotón precioso que no deja de mamar? María le responde que, desde hace un largo rato está profundamente dormida. Extrañado por la respuesta, el gobernador tiene la osadía de aconsejar a la mamá que la despierte y así él tendrá la oportunidad de conocerla. La respuesta de María deja anonadado a Gabino: señor gobernador, no le aconsejo despertar a Oaxaca, porque si Oaxaca despierta… Gabino dejaría de mamar.