El abrevadero de Salomón
Por Salomón Peregrino
“El hombre sabio cumple una orden; el imprudente acaba en la ruina.”
Oaxaca, en su peor crisis de gobierno y credibilidad social.
Nuestra entidad sufre el peor momento de su historia moderna. Como nunca antes, las instituciones de gobierno son severamente señaladas y cuestionadas ante el incumplimiento puntual de sus funciones y facultades; afectando de forma despiadada los derechos ciudadanos que consagran las leyes y que abonan a la abominable anarquía que a diario se vive.
Oaxaca proyecta, al interior de sus regiones y al exterior de sus límites territoriales, dentro y fuera del país; ingobernabilidad absoluta.
Una enorme apatía por parte del titular del ejecutivo estatal y de su gabinete en pleno, por insertar a Oaxaca en la ya impostergable ruta de desarrollo con certidumbre social; exhibe a un congreso local ávido por satisfacer sus intereses particulares, carente de oficio legislativo y voluntad política ante el mandato popular que protestaron cumplir; un poder judicial limitado y supeditado a quienes ejercen el poder factico al margen de la ley.
Hoy, Oaxaca está sumergido en los más bajos índices de desarrollo a nivel nacional.
Hoy, ante las condiciones generales de inseguridad, Oaxaca padece el desinterés de inversionistas locales y foráneos. Mismas que, impiden la generación de nuevos empleos y mejores prestaciones laborales.
Hoy, Oaxaca carece de programas sociales estratégicos y proyectos sustentables de desarrollo, acordes a las necesidades más apremiantes de su población. Para ello, se requiere la asignación específica de mayores recursos, estatales y federales. Sin embargo, razones importantes del rezago presupuestal son la falta de capacidad operativa y administrativa por parte de los titulares en las diversas dependencias de gobierno. Aunado a lo anterior, el desinterés político de Gabino Cué por encauzar y estrechar los lazos de cooperación, de Estado y municipios, con el gobierno federal.
El gobierno estatal no puede, ni debe, continuar soslayando su responsabilidad con sus habitantes.
En el presente, se avizora un futuro incierto para nuestras generaciones de niños y jóvenes.
En la cuna del ilustre Benemérito de las Américas, observamos frecuentemente a una sociedad con menor respeto por el derecho ajeno.
La evaluación de nuestros gobernantes no concluye con el final de su periodo administrativo; porque es precisamente ahí, donde inicia el juicio que le concede la historia.
Oaxaca requiere de gobernantes nacidos y comprometidos con su tierra; con sus orígenes, tradiciones y costumbres; con calidad y sensibilidad humana.
A quienes hoy tienen el honor de gobernar, es momento inmediato de replantear lo que falta por hacer e iniciar con las acciones conducentes.
A quienes aspiren mañana a gobernar y legislar, procuren iniciar en corto plazo una etapa de reflexión y de reconciliación social. De propuestas claras, objetivas y consensuadas; atendiendo el bienestar general por encima del personal.
Lo mejor para Oaxaca no es exclusivo de una o de un candidato; de algún partido único o de una coalición política divergente; de quien ofrezca más aunque después no cumpla; de quien reciba más en una campaña y después nadie lo atienda.
Lo mejor para Oaxaca, descansara en la identidad y sabiduría de su pueblo.
Oaxaca no merece seguir postrada como hoy: sujeta de sumisión, indecisión, inseguridad, apatía y graves escándalos de corrupción gubernamental.
Es una exigencia justa que reclamamos y merecemos todos.
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