EL RETABLO DE LAS MARAVILLAS: Aquí ya están los restos de Don Porfirio.

Ma. de los Ángeles FERNÁNDEZ MONDRAGÓN

ESOPO

El león, errante por la playa, vio al delfín sobre las olas y lo invitó a una alianza. Lo convenció de ser aliados y ayudarse mutuamente. El delfín era rey sobre los animales marinos y el felino sobre los terrestres. El delfín aceptó. El león traía bronca con un toro salvaje y lo llamó en su ayuda. El delfín se negó. No podía salir del agua. El león, indignadísimo, lo llamó traidor. El delfín le replicó: “No me lo recrimines a mí, sino a la naturaleza. Por ser criatura de mar, no puedo subir a tierra”.

MORALEJA: Al hacer pactos de amistad, hay elegir aliados que en los peligros, estén de nuestro lado.

RETRATAN LA ÉPOCA DE PORFIRIO DÍAZ EN LIBRO. México, D.F. 8 de septiembre.- Para conocer a Porfirio Díaz no basta con retratar al hombre, es necesario descubrir su primera infancia, escrutar la historia de su tiempo, hurgar en sus recuerdos, descubrir su afición a la caza y las semejanzas con Benito Juárez…Eso ha realizado Carlos Tello Díaz, tataranieto del caudillo y dictador Porfirio Díaz, en el libro Porfirio Díaz. Su vida y su tiempo. La guerra (1830-1867), el primero de los tres volúmenes dedicados a la biografía que publica para reconstruir y comprender al hombre que cambió la historia de México con sus errores y sus aciertos. Cabe señalar que el segundo volumen de esta ambiciosa y meticulosa biografía, sustentada en fuentes primarias como cartas, diarios, memorias, periódicos, actas, decretos, fotografías, testimonios y manuscritos, llevará por título La ambición, y abarcará de 1868 a 1884, el cual concluirá en dos años. Posteriormente Tello Díaz se dedicará a escribir el tercer volumen, que titulará El poder, donde se enfocará a la parte más conocida y criticada de Díaz hasta su muerte en 1915, es decir, abordará su relación con Alfonso Reyes, José Yves Limantour y su obsesión por el poder. (MILENIO, Juan Carlos Talavera. Sep-08-2015)

Quizá lo primero que se debería entender es al personaje, a ese niño que construyó el recuerdo de su padre con recuerdos borrosos y comentarios de su madre, ese personaje que desde su primera infancia se mostró como serio, no muy lúdico ni divertido, un hombre que al construirse sostuvo un gran parecido con Benito Juárez, detalla el escritor y ensayista mexicano. De ahí que este libro le ha servido a Tello Díaz para derrumbar algunos de los mitos sobre Díaz. Por ejemplo, la idea de que tuvo un origen humilde, que fue un guerrillero primitivo e ignorante que años más tarde se convirtió en soldado y la suerte lo llevó a ganar algunas batallas. En realidad no fue así, apunta, ya que Díaz no tuvo un origen humilde ni tampoco fue predominantemente un guerrillero. En realidad fue un general con preparación académica e intelectual, un hombre que debió trabajar como profesor de latín para ganarse la vida. “Otra sorpresa que encontré en esta investigación fue el darme cuenta que el país de 1830 fue distinto a como lo imaginaba”, porque a pesar del proceso de Independencia, se mantenía como un país determinado por las prácticas, las costumbres y las instituciones heredadas de la Colonia, es decir, una nación que mantenía el mismo estilo de vida de la Colonia, con el cual terminó el propio Díaz. Quizá uno de los detalles menos conocidos hasta ahora es que Díaz tuvo una infancia distinta a la del resto de los oaxaqueños, pues la vida en Oaxaca era austera y recogida. (Ibid)

Sin embargo, él creció en dos espacios singulares. Primero en el Mesón de la Soledad, el único de la región, y en el Solar del Toronjo, una curtiduría que le permitió a su madre sobrellevar los gastos de la familia tras la muerte del padre de Porfirio. En suma, este acercamiento biográfico se hunde en la vida de Porfirio Díaz, sin dejar de lado su tiempo, explica. “Porque para mí era muy importante no sólo hablar de la situación política del país en los años en que nació, creció y comenzó a ser joven, sino también recrear la vida cotidiana, el espacio social, cultural y físico que conoció durante su infancia ubicada en el siglo XIX”. Otro detalle novedoso que aparece en esta biografía es el nombre de su primer mentor: José María Crespo, “quien fue la persona que le enseñó a leer y escribir, pues hay que considerar que en ese tiempo sólo uno de cada diez niños oaxaqueños se podían educar; y tanto Díaz como Juárez pertenecieron a ese pequeño porcentaje de privilegiados”. (Ibid)

Son patrañas.

Sí, es una entrevista a Carlos Tello Díaz, el tataranieto del ilustre Don Porfirio, que se ha dedicado a difundir datos inexactos. Claro, el “historiador” tiene una jugosa beca de por vida y se dedica a propalar historias familiares del lado de Porfirito, hijo del prócer. Se le olvida o ignora, que Don Porfirio al casarse con Doña Carmen Romero Rubio se alejó de los hijos mayores que abominaron tal enlace. Por ejemplo, el tema de los restos del ex Presidente de la República. Y si bien todos se exiliaron, no se fueron juntos. Don Porfirio –y lo narra en sus Memorias- confirma que se fue con Doña Carmelita. Hay fotos suyas en París y en El Cairo en las Pirámides de Egipto. Y no aparecen ni Porfirito ni su familia, ancestros de Tello Díaz. Sólo doña Carmen, la fiel esposa que lo acompañó en varios lustros, estuvo presente en su óbito en París, se lo trajo a México y cumplió la postrera voluntad de depositar sus restos mortales en la Basílica de Nuestra Señora de la Soledad, lo que cumplió fielmente en 1933.

Y lo demás son historias incomprobables.

Ya podrá decir misa Carlos Tello Díaz y seguir engañando al gobierno mexicano escudado en su parentesco lejano con Don Porfirio. En Oaxaca, los restos del ilustre paisanos reposan en La Soledad desde 1933, bajo secreto de oficio.

Aléguenle al ampáyer.

HONRAR, HONRA

GOBIERNO MUNICIPAL REALIZÓ CONFERENCIA MAGISTRAL “HISTORIA Y MITO”, PAUL GARNER, HISTORIADOR Y AUTOR LIBRO “PORFIRIO DÍAZ”. Vida y obra. La Comisión Especial de Festejos del Centenario Luctuoso del General Porfirio Díaz Mori, presidida por regidor Francisco Javier Jiménez Jiménez, el titular SECULTA, Francisco Martínez Neri y legisladores Alejandra García Morlán, Zonia Cruz y Rafael Armando Arellanes…Garner narró retos y logros del oaxaqueño, etapas como Presidente de México y aportaciones a la Patria. “El porfirismo pone de relieve la longevidad del régimen, en contraste con sus predecesores del México siglo XIX, y su éxito al lograr estabilidad y paz políticas por casi 35 años. Consideró necesario que restos del General Porfirio Díaz deben reposar en la tierra que lo vio nacer y no en un país lejano. (LIBERTAD OAXACA, Sep-15-2014)

Vaya, vaya.

Por lo visto, ya hay intención oficial para honrar la memoria de Don Porfirio Díaz Mori. Uno de los oaxaqueños más ilustres y patriotas nacido en 1830. Justo en la efeméride de la Independencia de México, 20 años después del “Grito de Dolores Hidalgo”. Figura admirada no sólo por contemporáneos, jefes de Estado y militares reputados de su época. Vamos, hasta los generales franceses a quienes, tras derrotarlos en la Intervención Francesa y el Imperio de Maximiliano, con toda dignidad los dejó volver a su patria. Y así lo recibieron, en París, en 1911, con la admiración y los honores de Jefe de Estado al hombre valiente, íntegro y generoso con el enemigo ocasional.

Paul Garner, autor de la biografía política “Porfirio Díaz, del hombre al dictador”, contrasta su régimen con el de sus predecesores en el México del siglo XIX. Resalta su éxito al lograr paz y estabilidad políticas por más de 35 años. E insiste en que sus restos deban estar en su terruño.

El meollo, no son los restos áridos de Don Porfirio.

UN SEPULCRO DE HONOR

Que no se nos olvide.

Increíble, a 99 años de su óbito, todo honor, todo mérito y toda gloria le han sido negado por gobiernos emanados de la Revolución Mexicana. Héroe de mil batallas. Cuatro veces gobernador de Oaxaca. Presidente de México por más de tres décadas. A Don Porfirio no lo echaron. Él se fue voluntariamente. A los 80 años de edad, renunció a su alta investidura, con todo el poder en las manos y, sobre todo, para evitar otro derramamiento de sangre entre los mexicanos. Y sí, el 25 de mayo de 1911, Don Porfirio envió su dimisión a la Cámara de Diputados. Días después, el 31 de ese mismo mes partió en el buque portugués Ypiranga, con casi toda su familia, rumbo al doloroso exilio.

En Francia, el gobierno francés lo acogió con honores de Jefe de Estado en el exilio. Tuvo una muerte digna. Cuatro años después, el 2 de julio en 1915, falleció en París. Sus restos, embalsados por decisión de doña Carmen Romero Rubio y Castelló, su fiel esposa. La esperanza, poder traerlos a México, voluntad expresa de Don Porfirio. En pocos años, la situación familiar se complicó y la esperanza de retornar a la Patria añorada con los honores de su investidura se alejó cada vez más. A mediados de los años 30, Europa vivía momentos terribles. Tiempos de Guerra Mundial y postguerra. Doña Carmelita, con discreción, volvió a México.

Protocolos de Estado obligan a la repatriación de exiliados ilustres con todo rigor. Tal como lo recibieron con todos los honores de Jefe de Estado, así tiene que salir del país. Y así México está obligado a recibirlo. Francia lo ha exigido en cada intento. Historiadores y autoridades civiles, militares y eclesiásticas confirman tal aserto. La cerrazón gubernamental e histórica en casi un siglo, impidieron el merecido retorno del Héroe del 2 de Abril y Presidente de la República por elecciones.

Testimonios comprobados confirman que la viuda logró la anuencia del Presidente de la República en turno para iniciar el proceso de repatriación, con toda discreción, de los restos mortales de Don Porfirio. Ella no volvería de Europa sin su ilustre marido. Tiempo después, en 1937, solicitó audiencia y recibida con honores en Palacio Nacional y el generoso mandatario, al final de la entrevista, le hizo entrega de unos anteojos, propiedad del Gral. Díaz, olvidados en un cajón de su escritorio en la oficina del Palacio Nacional. Doña Carmelita entró y salió por la Puerta Mariana con el protocolo de rigor.

Y la historia no queda ahí.

 

BOVARISMO HISTÓRICO

Y siguen las fábulas.

Sobre todo, de historiadores. Familiares y ajenos. José Manuel Villalpando, ex director del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, tuvo la osadía de opinar, en Oaxaca, que el retorno de Don Porfirio era un asunto privado. O sea, a su juicio, corresponde a la familia la decisión de repatriarlo.

Y fue textual:

“No sé si la familia de Díaz intente de nuevo regresar sus restos mortales y enterrarlos en Oaxaca como era el deseo del ex Presidente. En los 60 hubo gestiones para traer su cadáver… se argumentó que era asunto privado sin ingerencia oficial…tienen libertad plena de traer los restos de su antepasado o no… según archivos de la Policía de París los restos de Díaz fueron embalsamados… el cadáver está completo… en tumba de Montparnase…fueron sepultados ahí en 1921…antes estaban en la Iglesia de Saint-Honoré. La familia debe pedir al gobierno mexicano tribute honores militares al oaxaqueño. (TIEMPO, Jul-10-2014).

Carlos Tello Díaz, tataranieto de Don Porfirio, nos regaló otra perla:

“Con la celebración del centenario luctuoso de José de la Cruz Porfirio Díaz Mori aflorarán propuestas repatriación de restos ex presidente de México…están en cripta del Panteón de Montparnasse…hubo primer intento de repatriarlos en regímenes de Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría y Carlos Salinas de Gortari. Intentos frustrados” (TIEMPO, Julio 15-2014).

Hace un año, el H. Ayuntamiento de Oaxaca de Juárez inició el rescate oficial de la figura de Don Porfirio Díaz Mori.

Y seguimos en las mismas, Carlos Tello Díaz se dedica a presentar verdaderos mamotretos sobre la vida de su ilustre pariente lejano, el gobierno de Oaxaca se hace el muerto, los familiares cercanos al prócer o ya se murieron o están hartos de intentar que el gobierno asuma su compromiso de honrar a Don Porfirio Díaz. El Ayuntamiento de Oaxaca de Juárez no ha dicho ni mú, al respecto. Vamos a ver con qué salen sus imagenólogos y asesores este 15 de septiembre, al conmemorar los 185 años del nacimiento de uno de los más grandes hombres que vieran la primera luz en Oaxaca.

Eso sí, todos se niegan a aceptar que los restos mortales de Don Porfirio ya reposan –desde 1933- en la cripta que en los años de Mons. Eulogio Gillow, arzobispo de Oaxaca, se prepararon en la Basílica de Nuestra Señora de La Soledad para recibirlo, tal y como fue su voluntad.

Bendito sea Dios…

Mañana les cuento.

 

 

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