EN OTRO CANAL: El presidente que todo lo sabía

Armando REYES VIGUERAS

Un presidente, se supone, es un funcionario público informado y debidamente asesorado. No es alguien con un cargo menor, sino quien ocupa la punta de la pirámide del organigrama de la administración pública. Pero la 4T ha venido a cambiar todo, incluso el papel que debe desempeñar el titular del poder ejecutivo, reducido ahora a un simple vocero que actúa, la mayor parte de las ocasiones, sin un guión que le ayude a salir bien librado de sus comparecencias públicas.

Como digo una cosa…

El 9 de agosto de 2019, el presidente López Obrador señaló que “no es cierto que el Presidente no sabía, o que lo engañaron o fueron desleales sus colaboradores. El Presidente tiene toda la información”.

El 28 de septiembre del mismo año, declaró que “el presidente de México se entera de todo”, a propósito de su tema favorito: la corrupción, pero que también se aplica a otros temas de la vida pública del país.

Pero casi un año después, sorprendió a propios y extraños al decir que apenas se estaba enterando de la existencia del Consejo para Prevenir la Discriminación (Conapred), organismo que se vio envuelto en una polémica por la cancelación de un foro al que había sido invitado el youtuber Chumel Torres, quien se ha mostrado crítico hacia el mandatario y ha hecho del humor una de sus armas para expresarse.

Esto se suma al episodio de la mañanera en el que se presentó un documento que involucra a una serie de opositores, en la conformación del ahora famoso Bloque Opositor Amplio (BOA), que finalmente quedó en un documento del que se desconocía su autoría y origen.

Incluso, en busca de defender a López Obrador, pensamos que esas palabras se deben circunscribir al temas de la corrupción, pero la pregunta que surge es ¿y por qué con los demás temas del país no aplican dichas frases?

El mandatario mexicano se ha caracterizado por hablar todos los días, de casi todos los temas, de mezclar asuntos históricos con recomendaciones personales, de hablar de religión y recomendaciones culinarias, de rebatir a sus adversarios con sus otros datos, pero pocas veces de decir algo que pueda ser sustentado con evidencias o pruebas.

Así, el origen del país se remonta a miles de años antes de la fundación de las primeras comunidades que dieron origen a los mayas, teotihuacanos o aztecas.

Asimismo, hay que consignar la serie de respuestas que se han dado a solicitudes de transparencia de ciudadanos respecto a afirmaciones del presidente en las conferencias de Palacio Nacional, que concluyen que no hay soporte documental acerca de lo dicho por el mandatario.

Si el presidente, al menos en teoría, es alguien que conoce y tiene toda la información, cómo se puede explicar que López Obrador haya incurrido en una serie de contradicciones y emitido una serie de falsedades, mismas que lo retratan como alguien desinformado o que no recibe la asesoría adecuada al momento de comparecer ante los medios.

Y es que no han sido pocos los momento en que el titular del ejecutivo federal cae en esos baches que lo muestran como alguien sin todos los datos necesarios para tener en sus manos las riendas del país o en franca contradicción con sus anteriores declaraciones.

En campaña habló de desaparecer al Ejército y ya como presidente esta institución es uno de sus apoyos fundamentales, ya sea para construir la Guardia Nacional o para construir aeropuertos.

También aseguró que la corrupción se ha terminado, aunque las acusaciones en contra de Ana Gabriela Guevara en Conade, Carlos Lomelí en Jalisco y la reciente ante la Fiscalía General de la República en contra de Yeidckol Polevnsky en Morena, de parte del presidente de dicho partido Alfonso Ramírez Cuéllar, contradicen tal declaración.

Incluso en el marco de la pandemia por el Covid-19, ha resaltado la serie de contradicciones con el subsecretario Hugo López Gatell en cuanto al manejo de las medidas para evitar contagios, pues mientras el funcionario de salud recomendaba quedarse en casa, el presidente animaba a todos a salir a las calles a recuperar la libertad.

El uso de cubrebocas también muestra ese detalle en la comunicación gubernamental, pues en ocasiones se negaba su utilidad, en otras se recomendaba, pero no se han visto imágenes de López Obrador con uno, incluso en eventos oficiales en los que los demás asistentes lo portan.

Si bien se puede entender el deseo de no dar malas noticias, la cantidad de temas que han sido rechazados por el presidente —desde las protestas de mujeres, la violencia doméstica hasta las cifras de seguridad pública y la crisis económica— retratan a un mandatario que mezcla su ignorancia con el manejo de los asuntos públicos.

No por otra cosa que medios internacionales han criticado la manera de conducirse del mandatario mexicano, quien responde acusándolos de no tener ética, pero sin entrar a un debate de fondo u ofrecer otros argumentos aparte de sus conocidos “otros datos”.

Si en verdad quiere pasar a la historia, y no como un pésimo presidente, López Obrador debería recomponer su actuar y buscar una mayor apertura en lugar de radicalizarse. Nada bueno se obtiene con negar la realidad una y otra vez.

@AReyesVigueras

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