MARCO RASCÓN –
Fundador del PRD. Ex diputado federal.
Se me viene a la memoria que hasta 1988 la izquierda mexicana tenía muchas raíces. Había leninistas, marxistas ortodoxos, maoístas, guevaristas; inspirados en la revolución rusa, china, vietnamita, cubana; insurreccionalistas, agraristas, lombardistas, eurocomunistas, cardenistas; de las luchas sociales, de las luchas electorales; lucha armada, guerrillas urbanas y rurales, troskistas, cristianos por el socialismo, indigenistas y un largo etcétera. Las organizaciones de izquierda se medían por la consecuencia entre lo que se decía y lo que se hacía, por sus posiciones y su grado de independencia política e ideológica. El debate intenso y la solidaridad caracterizaban a la época.
En 1988, la izquierda de las luchas obreras, estudiantiles y agrarias, la que luchó por estar en el congreso y demandar una reforma política que diera legalidad a la izquierda no palera, no cómplice del régimen, dio un salto cualitativo gracias al aumento de su peso relativo en esas elecciones, al pasar de la «lucha por el registro» a tener un candidato con posibilidades de triunfo sobre el candidato oficial y al convertirse en un factor central del cambio, al arrebatarle al partido conservador, el PAN, el papel central de la oposición política al régimen priista.
La Corriente Democrática, fundada centralmente por Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo e Ifigenia Martínez, al romper con el régimen fue un factor fuera de todo cálculo y de consecuencias históricas, al fracturarse la cultura de la unidad monolítica del PRI y además por el eslabón más legitimo de la ideología de la Revolución Mexicana, el cardenismo, cuando el PRI buscaba deshacerse de su raíz y entregar sus principios al nuevo orden mundial, la integración económica, el abandono de la soberanía nacional y la adopción del neoliberalismo como doctrina de Estado.
Finalmente, la candidatura de Cárdenas en 1988 significó un avance histórico y cualitativamente de trascendencia para el avance de la izquierda, por diversas razones:
- La declinación de Heberto Castillo, que es tardía, aunque fundamental. No es una alianza pensada, ni de convicción, sino presionada ante el peligro de que el Partido Mexicano Socialista perdiera su registro.
- El Llamamiento al Pueblo de México de octubre de 1988 para formar un nuevo partido surgido de la movilización en defensa del voto. La convocatoria es «a formar un partido de nuevo tipo» contra la politiquería y la imposición, poniendo como regla que será compuesto por «un ciudadano, un voto», para liberar la acción política partidaria del clientelismo y las formas corporativas practicadas por el partido del régimen.
- El eje central programático es contra la política económica del gobierno y la entrega de la soberanía nacional, al perderse la soberanía económica. Se propone un programa alternativo al neoliberal del salinismo.
- La suma de fuerzas de izquierda es casi general. Se margina a algunos grupos con posiciones ideológicas irreductibles, a otros que se apoyan en la gestión gubernamental y a partidos que se crean desde el poder salinista, como el PT y el Verde, para hacer de contrapesos a la oposición del nuevo Partido de la Revolución Democrática.
- El movimiento democrático de 1988 se transforma en un partido nacional articulado.
¿Dónde se jodió este avance cualitativo?
- El PRD como partido nunca obtiene su registro propio. Desde el PMS se sabotea su registro y en la Asamblea Constitutiva queda a dos o tres asambleas de un registro como PRD, dejando al mismo tiempo el del PMS.
- Las fuerzas que se incorporan de manera tardía al proyecto PRD piden un lugar como «minorías» y se afilian no individualmente, como ciudadanos, sino como grupos. Así, nacen en el 2º Congreso Nacional las «corrientes», exigiendo derechos de minoría y luchando por el control del partido. La primera fue la fundada por Heberto Castillo. Luego vino la «trisecta»: Línea de Masas, Nueva Tenochtitlán, ACNR, Corriente Socialista, MRP…
- Las corrientes en tránsito del PMS al PRD luchan por el control del aparato del nuevo partido, presentándolo como una lucha «contra los socialdemócratas» (Corriente Democrática).
- En el III Congreso en Oaxtepec, el PRD se autoproclama «un partido de izquierda» y pasa a convertirse en un referente ideológico funcional para el esquema de transición, dejando una «izquierda», «una derecha» y… un centro vacío.
- Durante la presidencia de Andrés Manuel López Obrador se consolida la estructura de corrientes para elegir puestos de elección popular y dirigentes del partido. Se fortalece Nueva Izquierda como corriente hegemónica.
- El PRD es incorporado a partir de 1996 a la clase política responsable. Ya puede contratar spots de radio y TV, pero al mismo tiempo abandona la crítica a la política económica.
- En 1998 el PRD postula un pésimo candidato en el Estado de México, pero gana a cambio cuatro gubernaturas en Tlaxcala, Zacatecas, Nayarit y Baja California Sur con prominentes personajes del zedillismo. La dirección, presidida por AMLO, convierte la idea programática en una propuesta pragmática de ganar posiciones cediendo en principios.
- La militancia desaparece: se forman las Brigadas del Sol y se empieza a pagar a los activistas. El PRD crece de manera inmobiliaria y en recursos, pero cambia de política y deja de ser propositivo y representante de la lucha por un programa.
- En 1999 se establecen los fraudes internos en procesos electorales del partido. La vida estatutaria se remplaza por los «acuerdos políticos entre corrientes».
- AMLO es elegido candidato del PRD al Gobierno del DF sin cumplir los requisitos. El gobierno de Zedillo lo promueve como su interlocutor, para reventar la identidad antineoliberal forjada en 1988. Se utiliza el radicalismo verbal para sustituir la lucha programática. Nace el discurso dictado y de las ocurrencias.
- En 2005 AMLO, en forma hábil, convierte la resistencia contra su desafuero en un movimiento por acabar con la dirección histórica del PRD y los principios de 1988. Es emblemática la trampa del 24 de abril de 2005 contra Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo, organizándoles agresiones y chiflidos bajo el principio de AMLO de que «la plaza purifica».
- En mayo, con toda la fuerza del partido en sus manos y sin oposición, AMLO impone a Leonel Cota, un zedillista de la 56 legislatura, ayudante de Roque Villanueva, como presidente del PRD.
- Cárdenas es expulsado de la campaña de 2006: no se le requiere en ningún acto por el candidato. En la lucha poselectoral se le hace responsable de falta de apoyo y de ser causante de la derrota. Se le reclama una entrevista con Salinas para condenarlo y decir que en 1988 no quiso tomar Palacio Nacional o los Pinos… (sic)
- Con el desafuero y la candidatura sin discusión, se impone un programa ambiguo y neoliberal como programa electoral de la izquierda.
- Se sustituye toda idea de reforma, lucha social concreta, crítica y propuesta programática, por la lucha por la presidencia. Ganar la presidencia se convierte en el objetivo único y exclusivo al que el PRD y todas las luchas sociales, ciudadanas y políticas deben someterse.
- Se abandona la política de organización de base. Lo fundamental y único es llenar el Zócalo, y por tanto se refuerza la política clientelar en el DF y los otros gobiernos perredistas.
- En las cámaras, se prohíbe el trabajo legislativo. Todo acercamiento, negociación o punto de acuerdo es traición.
- AMLO rompe con Nueva Izquierda. Su incapacidad organizativa le impide ganar y esto lo lleva hasta la ruptura tras la elección de 2012.
- AMLO forma el Movimiento de Regeneración Nacional y explaya toda su idea política, convirtiéndose en el dirigente único de ese partido.
- El PRD y Morena se someten en definitiva a las condiciones de un sistema de partidos donde lo mediático sustituye la participación directa de los miembros y militantes. Candidatos y estructuras del partido y de gobierno se corrompen en el PRD y el naciente Morena previo a su primera elección nacional para refrendar su registro.
FUENTE: MILENIO